150 años del nacimiento de Antonio Machado, el poeta que detestaba la pedantería y la vanidad

Congresos, exposiciones, lecturas, actos y homenajes y hasta una moneda en su honor celebran el 150 aniversario del nacimiento de Antonio Machado. El poeta al que ahora no es obligatorio leer en los colegios ni protagoniza publicaciones ni vídeos en las redes, cumpliría 150 años el 26 de julio.

Estaría bien que en TikTok se hiciera de pronto viral como tributo a Machado un vídeo (o unos cuantos) sobre el poeta y sus poemas. Es bello imaginar una sucesión de versos de sus Soledades y Campos de Castilla. Libros que, nos gustaran o no, formaron parte de nuestra vida, de nuestra infancia tardía o prematura adolescencia. Hacíamos comentarios de texto de poemas dedicados a la que fue su gran amor, Leonor, a quien conoció y de quien se enamoró cuando era una niña de 13 años, y a la que perdió a la prematura edad de 18. Es por eso que no es que parezca pequeña en las fotos; lo era. No se recuperaría de aquella pérdida y la lloraría y recordaría en su poesía, en la que su huella, igual que su tierra natal, lo marcaron para siempre.

Nacido, igual que su hermano Manuel, también escritor, en el palacio de Dueñas, huyó siempre de la pedantería, su verso era elaborado pero llano.

¿Y si como homenaje particular nos atrevemos a esbozar de manera individual un “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla” en mitad de una conversación sobre series de Netflix? Estos versos son de uno de sus poemas más célebres y que unas cuantas generaciones han memorizado, cuando la memoria era un bien necesario. Versos de su Retrato de la obra Campos de Castilla (1912), en el que como si tuviera el don de la clarividencia culmina con una estrofa que dice casi todo de quién era y del que sería su final, en el exilio con su madre, en Colliure el 22 de febrero de 1939. “Y cuando llegue el día del último viaje/ y esté al partir la nave que nunca ha de tornar/ me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo/ como los hijos de la mar”. Su madre murió dos días después.

Una de las cartas más hermosas que he leído es la que escribió el otro hermano de Machado para dar la noticia del fallecimiento a sus sobrinas. Con otra misiva, escrita por Antonio a Juan Ramón Jiménez, queda el perfil del escritor trazado: “Creo en mí, creo en usted, creo en mi hermano, creo en cuantos hemos vuelto la espalda al éxito, a la vanidad, a la pedantería, en cuantos trabajamos con nuestro corazón”.

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