José Miguel Calvo Piñar, durante su visita a nuestra redacción (foto: Antonio Rodríguez)

La historia de José Miguel Calvo Piñar es un ejemplo palmario de cómo en ocasiones los valores del deporte ayudan a edificar una trayectoria profesional de éxito, una carrera sustentada en ambos casos en fundamentos como el sacrificio, la ambición y la perseverancia hasta alcanzar el éxito tanto en el plano deportivo como en el laboral. Y es que este joven getafense que no alcanza siquiera la treintena ha pasado de conquistar medallas a puñados tanto en el judo como en la lucha sambo a ganar litigios en los juzgados siguiendo una fórmula parecida pero igualmente exitosa.

Empecemos por el principio, por tus orígenes en el mundo del deporte…
El inicio de mi vida deportiva se remonta a cuando tenía tres años. Cuando empecé en el Colegio Jesús Nazareno de Getafe había una profesora, Inés Santamaría, que les decía a mis padres que su niño era muy inquieto y había que meterlo en algún deporte. Y les recomendó directamente el judo, que era un deporte muy disciplinado, muy respetuoso y que tenía muchos valores. Por eso empecé en el Gimnasio Manuel Jiménez y a día de hoy sigo ahí. Desde los tres años empecé con Manuel y tengo ya cerca de 30, así que puede decirse que ha sido mi segundo padre. Él se encargó de inculcarme los valores del deporte, el sacrificio, la constancia o la disciplina, entre otros, que luego además tienen su importancia en la vida profesional. Si estoy destacando en el mundo profesional es por esos valores que en su día el deporte me ha enseñado.

¿Y cuándo puede decirse que empezaste a competir más en serio?
Pues empecé a competir en torno a los 10 años porque hasta entonces el judo y la lucha era algo más como un tema de psicomotricidad. A partir de ahí me inicié en categoría infantil y fui pasando por cadete, junior y senior. En junior ya empecé además con la lucha sambo. En judo he sido campeón de la Comunidad de Madrid en todas las categorías y he

José Miguel tras ganar un Campeonato de España

ganado medallas en Copas de España. Y a nivel de lucha sambo, que es lo que más me ha gustado cuando la descubrí, he sido siete veces campeón de España perdiendo un solo combate, en la final de 2021. Llegué a ser top 5 de Europa y top 7 del mundo. El Ayuntamiento de Getafe me ha concedido cuatro premios deportivos y llegué a ser el mejor deportista masculino de la ciudad menor de 18 años.

¿En qué momento empieza a decantarse la balanza en favor del trabajo?
Hace unos años estaba a un nivel muy alto y entrenaba en el CSD bastantes horas al día, tenía Campeonatos de Europa y del Mundo casi asegurados porque todos los años era campeón de España y los tenía que preparar. Pero después del covid empecé a dedicarme un poco más al mundo profesional. Hubo también un cambio de peso, no era mi categoría y estuve casi un año sin competir. Pese a todo, el año pasado me planteé volver a ser campeón de España estando ya en un despacho de abogados. Tenia que cumplir con los clientes y ya no podía entrenar al nivel de antes de la pandemía, pero aun así volví a ser campeón de España y confiaron en mí para el Campeonato de Europa, aunque ahí ya no tuve una buena participación.

No debe ser fácil compaginar ambas facetas, ¿no?
Bueno, la verdad es que este año tenía como objetivo volver a intentarlo, pero desde septiembre, que me lancé como autónomo, tengo una carga de trabajo muy intensa, con juicios, vistas y declaraciones todas las semanas, así que lo he enfocado de otra manera y gracias a esa parte deportiva estoy intentando darle un toque distinto a cada cliente que me entra por la puerta.

Tampoco debió resultar sencillo en su día simultanear estudios y deporte de alto nivel, ¿cómo lo hiciste?
Estudié en la Carlos III y tuve la suerte de que en aquella etapa se me reconoció como deportista de alto rendimiento, lo que tiene una serie de beneficios a la hora de cuadrar horarios con entrenamientos y competiciones. Fue complicado, pero pude sacarme la carrera de Derecho gracias a la tutorización de grandes profesores como Pepa, que la tengo que nombrar porque es de justicia. Además, cuando acababa de entrenar podía sentarme a estudiar tranquilo y con la cabeza más despejada.

Y luego toca buscarse la vida también a nivel laboral…
Totalmente. Cuando acabas la carrera hay que hacer un máster y aun así la parte de teoría es muy diferente a la parte práctica que luego te encuentras en el día a día. Llevo cuatro años trabajando en un despacho, pero desde hace dos estoy con la parte práctica de tener que ir al juzgado, y ya en el último año estoy moviéndome más por mi cuenta, aunque siempre acompañado por grandes profesionales que siempre han confiado en mí y por eso sigo colaborando con ellos. El año pasado abrimos otro despacho en el centro de Madrid y tengo ideas de montar algo también fuera de Madrid porque de momento nos va muy bien.

¿Y cual es el secreto del éxito en los despachos?
Bueno, hoy en día hay muchos abogados, muchísima competencia, y mi idea es aplicar la misma metodología que he aplicado siempre en el deporte, es decir, llegar lo más lejos posible, que me conozcan los compañeros y que me conozca la clientela, que hablen bien de mí y me consideren un profesional que no solo saca adelante un procedimiento, sino que acompaña y asesora en persona. Que pueda llegar a un nivel de popularidad buena y reputada. Eso es lo más importante.

¿Está tu trayectoria a día de hoy al nivel de lo que imaginabas?
Qué va. Lo que he conseguido hasta la fecha está muy por encima de lo que yo esperaba. Es complicado que un profesional con tan poca experiencia como la mía haya llegado hasta donde estoy hoy en día. Pero tampoco pensaba que iba a ganar un Campeonato de España y luego gané muchos. Tengo mucha ambición y siempre quiero más. Tengo muchísima clientela en Getafe que me ha valorado muy positivamente y decidí lanzarme a Madrid, donde me he encontrado otro tipo de cliente y la cosa está funcionando muy bien, así que estamos pensando en dar otro paso adelante en otros sitios, siempre con el objetivo de poder ayudar a más gente.

¿Qué enseñanza de las que has recibido como deportista es la que más tienes en cuenta en la vida en general?
Pues que en el judo y en la lucha no importa cuántas veces caigas, sino cuántas te levantes, y además es algo literal en nuestro deporte. Cuando una persona te proyecta y te tira piensas que vaya golpe te han pegado, pero hay que levantarse y pensar en intentar que a la siguiente no sea yo el que caiga. El deporte me ha forjado un carácter distintivo y conozco a muchos deportistas que son grandes profesionales porque se han servido mucho de esa faceta deportiva.

¿Cuál es la mejor manera de encarar un combate en el tatami o un litigio en el juzgado?
Yo en su momento tuve una psicóloga deportiva que me ayudó muchísimo a la concentración, la respiración y el control de la ansiedad. Cuando un abogado va a entrar a un juicio siempre hay nervios porque hablamos de mucho dinero, de penas de privación de libertad, de cosas muy importantes que dependen de la labor de uno dentro de la sala, pero eso también pasaba cuando entrabas en un tatami para dar el callo en un Europeo.

Imagen de un combate con sus padres en las gradas

Gracias a esta psicóloga, al trabajo de gimnasia y a la ayuda de mis padres uno controla esa ansiedad, enfoca el objetivo y consigue hacer un combate más, un juicio más o una reunión más.

¿Tan importante fue el respaldo de tus padres?
No hay una suerte más grande en esta vida que poder tener una buena familia, porque al final es algo que no decidimos. Mi gran suerte no es haber ganado siete campeonatos de España o abrir tres despachos, como es mi intención, sino dar con un padre y una madre que han estado siempre conmigo. Les he dado muchísima guerra porque fui muy trasto de pequeño, pero siempre confiaron en mí, sabían que tenía algo especial y no ha habido un momento en el que no hayan estado ahí. Y luego está mi pareja, cuyo incondicional apoyo ha resultado también fundamental para mí.

¿Crees que sigue habiendo mucha gente con problemas a la hora de afrontar el final de su trayectoria deportiva?
Al final siempre llega un momento en el que tienes que decidir si seguir con el deporte o dedicarte a una profesión. En mi caso no tuve ese problema porque mi deporte no es profesional y nunca tuve que decidir si dedicarme al deporte plenamente o no, pero si es verdad que hoy en día muchos deportistas no han tenido ese apoyo a la hora de recordarles que su carrera deportiva va a acabar y si no tienes una formación y una experiencia profesional, o al menos esa idea, pues indudablemente el día de mañana será complicado. Ahí hay una pequeña brecha, aunque desde el CSD y las comunidades autónomas se tenga en cuenta esta realidad en la que un deportista a lo mejor ha dejado de estudiar demasiado joven.

¿Hasta qué punto está cerca lo de colgar el kimono?
Mi idea tarde o temprano es tener que dejar el deporte, pero dejar el deporte de alta competición. El deporte nunca podré dejarlo porque es parte de mi vida desde lo tres años y yo no me imagino levantándome un día y diciendo que no hago deporte. Me gustaría dejarlo teniendo mi nombre alto a nivel competitivo y quizá ahora podría ser un buen momento, pero al final siempre quiero algo más y tendré que valorar si el año que viene tengo esa condición física y técnica que se requiere para competir. Si la tengo, nos arriesgaremos, y si no, pues seguiremos ayudando a los clientes que necesiten de un abogado.

¿En algún juicio has tenido la sensación de estar jugándotela a todo o nada como en un combate de los muchos que has librado como luchador?
Todos los abogados saben que el fin del procedimiento es incierto. Tu puedes tener más o menos convicción, pero al final es el juez el que resuelve y siempre te puedes llevar una sorpresa. Eso al final me recuerda mucho a los combates, ya que puedes tener enfrente a un rival muy bueno, que siempre vas a tener la oportunidad de ganarle, pero también cualquier rival te puede ganar a ti en un momento dado por muy superior que seas a priori. Al final, un juicio se asemeja mucho a un combate, e incluso a la vida misma porque te puede ir muy bien o muy mal, pero lo importante es seguir. La cosa siempre es levantarse y seguir adelante.