100 días. Ni más ni menos. Ese el periodo de gracia que tiene el alcalde de Valdemoro, el popular David Conde, para empezar a engrasar la maquinaria del Ayuntamiento y recuperar la gestión de la que dice adolecer el Consistorio, tras el paso de Ciudadanos, hoy en el cajón del olvido después de las elecciones del 28 de mayo.

La tradición de los 100 días de tregua que se dan a quien llega de nuevas a un puesto de responsabilidad, no está recogida en ninguna Constitución. Tampoco en las leyes ni en los estatutos de los partidos. Es algo simbólico. En verdad, en tiempo y forma, representan el 6% de lo que dura una legislatura. Suficiente como para empezar a desarrollar el programa electoral por el que los vecinos te eligieron. O, al menos, impulsar las reformas en ordenanzas municipales tan trascendentales, como la entrega de licencias de apertura a quien quiere emprender en Valdemoro; o de construcción, a quien quiere desarrollar el futuro de la ciudad.

100 días, sí. Los mismos que tardó Napoleón en salir de su cárcel de Elba, reunir un ejército y volver a poner en jaque a toda Europa, hasta su derrota definitiva en Waterloo. Si el emperador francés consiguió todo eso en cien días, que no podrá hacer un alcalde como el de Valdemoro, que se ha encontrado una ciudad desértica en lo que a la gestión se refiere.

No es que lo diga Conde, que lo dice, es que basta con intentar hacer cualquier trámite administrativo municipal y ver que el legado de Sergio Parra, exalcalde de Ciudadanos, es desastroso. Eso no es óbice ni excusa para el nuevo Ejecutivo de Valdemoro, que tiene una mayoría ‘absolutísima’ de quince concejales. Los mismos que suman PP y VOX.

A ellos corresponde ahora sacar a la ciudad madrileña de esa parálisis, atraer inversión, engrasar la burocracia y que funcione como un reloj suizo. Hacen falta profesionales en la gestión. Como decimos, modificar ordenanzas obsoletas. Hay mayoría para hacerlo y en cien días esa voluntad ha de hacerse manifiesta.

Las instalaciones sociales, deportivas y culturales que dependen del Ayuntamiento, también necesitan un cambio radical de arriba a abajo. Es lo que la mayoría de vecinos votó el 28 de mayo y tras su paso por esta casa, en la entrevista realizada recientemente, parece que David Conde tiene espaldas para echarse sobre ellas el futuro de la ciudad. Al menos ganas no le faltan y eso es un plus.

Ahora queda esperar a que estos cien próximos días en los que empiece a desarrollar su programa sean fructíferos para Valdemoro y no le ocurra como a Napoléon, que en ese tiempo acabó claudicando. Como todo en esta vida, solo el tiempo pondrá y quitará a cada uno de su sitio y ahí seguiremos para contarlo.