Esto es insoportable. A partir de 2035, la Unión Europea prohíbe la fabricación de coches de combustión. El Gobierno español aplaude con las orejas. Ya saben, es el más resiliente y sostenible, igual que el más caro con sus 22 ministros y un presidente al que esto no le afectará, pues el Falcon está fuera de la ecuación. La alternativa a este despropósito, según sus señorías europeas, son los coches llamados ‘ECO’, más caros y con una fiabilidad de aquella manera. También el transporte público, pero anímense a vivir una película de terror si optan por utilizar el Cercanías.

No nos vamos a cansar de denunciar que el Cercanías en la Comunidad de Madrid es un problema de salud pública. Lo están dejando morir, con un servicio que pasa de lamentable a nefasto. Entre averías e incidencias varias, el tiempo de los madrileños se va por el sumidero de andenes abarrotados y trenes atestados de viajeros, tratados como sardinas en lata. Luego hay que soportar que estaciones como Fuenlabrada Central, tengan un ascensor útil una semana y meses parado. Y todavía tienen el cuajo de decir: ‘Disculpen las mejoras’.

Este choteo a la paciencia de usuarios tiene un responsable: el Gobierno de Pedro Sánchez y sus socios de Podemos, los que venían a cambiar la política, gritaban contra la casta y se han revelado como un auténtico fraude político. Todo por un sillón, por un sueldo a costa del bolsillo del contribuyente. Maldita sinvergonzonería.

El caso es que el Ejecutivo de socialistas y comunistas metió en el cajón el plan de 5.000 millones de euros que dejó aprobado el Gobierno de Mariano Rajoy, responsable, eso sí, de que triunfara aquella moción de censura que desde entonces padecemos. ¡Ay si hubiera convocado elecciones! Pero no se le puede pedir valentía a un cobarde, que desconoce su significado.

En fin, las inversiones estaban previstas, pero cayeron en el olvido. El resultado es el obvio. Basta con ir a una estación, intentar subirse a un tren mientras los minutos caen como una pesada losa en el andén y llegar a tu destino. Una aventura terrorífica, sí.

La última evidencia de este caótico servicio ferroviario se ha vivido esta semana, con el descarrilamiento de un tren al chocar uno de mercancías con otro de Cercanías en la C-2, a la altura de Alcalá de Henares. Suspendido el servicio durante días y afortunadamente, sin daños humanos. Pero es un aviso, el mismo que llevamos haciendo en estas líneas desde hace años. Va a ocurrir una desgracia por el nulo mantenimiento, por unas vías del siglo pasado y unos trenes que no dan más de sí.

Y mientras la alerta está en la opinión pública, el Gobierno sigue mirando para otro lado, negando la mayor. ¿De verdad nos vamos a resignar a esto? Hay alternativa, por supuesto que la hay. En cinco años, los gestores del Ministerio (de Ábalos a Sánchez) han sido inútiles e ineficaces. Recordémoslo a diario, como a aquellos diputados y alcaldes socialistas que bramaban por la ‘avería de cada día’ y hoy callan miserablemente.