Restan cinco meses para las elecciones municipales de mayo de 2018 y en Leganés las aguas bajan revueltas. Y cuándo no, pensarán ustedes. Da auténtica lástima cómo sus señorías concejales se blindan y usan las instituciones de todos los vecinos como juguete o, peor aún, arma arrojadiza.

Es el caso de la gestión de la Empresa Municipal del Suelo de Leganés, cuya nefasta gestión en estos años irá a los tribunales. Según el Gobierno del PSOE y Ciudadanos, porque el actual candidato del PP, Miguel Ángel Recuenco, no hizo bien los deberes en su paso por la compañía pública, allá entre 2011-2015. Obviamente, el concejal popular se defiende, recuerda que el hoy alcalde ya estaba por allí mucho antes que él. El resultado, ‘lluvia’ de querellas por presunta prevaricación y malversación: dos (por ahora) contra Recuenco y éste anuncia una contra quienes votaron a favor de gastarse dinero público en los informes en los que se basa la acción judicia contra su persona.

Un lío, ¿verdad? Sí, ahora, a punto de sonar la bocina del fin de legislatura, los representantes políticos se acuerdan de la vivienda pública. No por el bien de los vecinos, sino para usarla a su antojo.

Habrá que ver ahora el recorrido de algo sucedido, supuestamente, hace diez años. Ni el alcalde sabía en qué consiste la prescripción, que tiene bemoles el asunto. Ha pasado tanto tiempo, que incluso el delito se ha modificado por los propios socialistas, beneficiando a malhechores, como con la ‘Ley del solo sí es sí’.

Y si faltaba alguien en este sainete, en este vodevil de tres al cuarto, ahí estaba el superhéroe vecinal, a la sazón candidato de ULEG (y ya van veinte años de esta aspiración a vivir del cuento).
Tras una legislatura lamiendo las heridas del fracaso de 2019, tapado, guarda un enigmático silencio, después de que PSOE y Ciudadanos hayan solicitado que testifique en contra de Recuenco. Los socialistas buscan enfangar futuros pactos electorales y provocar el enfrentamiento. Huele a la legua.

De cuando en cuando, Carlos Delgado suelta un exabrupto en redes sociales, para recordar a los pocos que le siguen votando, que continúa ahí, en la trinchera. Al menos que sean los suficientes votantes, para que en mayo pueda sacar lo raspadito y lograr así su acta de concejal, con el que seguir otros cuatro añitos más, al menos, viviendo a cuerpo de rey a costa del bolsillo pepinero.

Y así, mientras los políticos se enzarzan en sus disparates habituales, los problemas de los vecinos quedan en un segundo plano, en otro camino a otra marcha distinta. De soslayo se hablará de seguridad, de limpieza y otros tantos temas que verdaderamente preocupan a un electorado que, de aquí a cinco meses, tiene la oportunidad de reflexionar acerca de a dónde quiere mandar a esa mediocre caterva de representantes políticos.