Sí hace falta ser valiente

«Sé inteligente, no hace falta ser valiente…» Lo dicen (y lo repiten mucho en un anuncio que escucho, aunque no quiera, en la radio) y no sé si lo dicen porque rima y es lo fácil, o porque de verdad lo piensan. ¿Hace cuánto tiempo cayó en tan mala estación la valentía?

De acuerdo que ya Sabina lo avisaba hace unos cuantos años en aquella canción que decía “que ser valiente no salga tan caro”, pero ¿tanto?

Sale carísimo, o para algunos o unos cuantos, el precio no merece la pena. Y así nos hemos convertido en una sociedad de cobardes que traicionan al primero que pueden y si es menester a su madre.

Es un todo vale que duele y que además se instala de esa manera en que se instala lo que está mal y hace mal, en silencio. Con ese callar cómplice en el que caemos todos alguna vez. Porque el mal entendido Tao o calma interior ha servido para no decir cuando realmente sí hay que decir.

Estaría bien que empezáramos por recordar o enseñar a nuestros hijos la diferencia entre valentía y temeridad. Porque ser valiente merece la pena.

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