A las 7.45 horas comienza la jornada en las prisiones españolas. También, en el Centro Penitenciario Madrid III de Valdemoro. Los funcionarios del turno de mañana acaban de entrar a trabajar y los internos están amaneciendo, es el momento del recuento general de la mañana, probablemente el más importante del día.

Las noches en el centro penitenciario son largas. Los internos se retiran a sus celdas antes de las diez y pasan muchas horas hasta que vuelven a estar visibles. Nos lo cuenta Sergio García, delegado de CSIF Prisiones en las cárceles de Valdemoro y Estremera. “En el recuento de la mañana tienes que comprobar si todos los internos que la tarde anterior volvieron a sus celdas se encuentran bien. Y no siempre es así, entonces te encuentras las sorpresas: una persona que ha fallecido, bien por muerte natural, bien por consumo de alguna sustancia o por suicidio”.

Sergio explica que la inmensa mayoría de los internos son personas que comprenden su situación, que entienden que la vida les ha llevado hasta la cárcel y que saben que es una situación temporal, más o menos larga, y hacen todo lo posible por salir de allí lo antes posible.

Tras el recuento, los reclusos recogen sus celdas y bajan al desayuno. Pero antes tiene el lugar le reparto de medicinas y metadona. Desgraciadamente, cada vez el reparto es mayor porque “hay internos con muchas patologías, cada vez hay más que están medicados”. Y ésta es una de las razones que llevan a los funcionarios a exigir a las Administraciones Públicas más medios y más recursos.

“A los responsables políticos (explica Sergio García), se les llena la boca hablando de reinserción, pero faltan medios. Falta personal, faltan médicos, psiquiatras, faltan psicólogos, educadores, nos faltan recursos para realizar nuestro cometido”. Porque, como nos recuerda, “aparte de la vigilancia y la custodia, nuestro cometido también es la reinserción de las personas privadas de libertad”.

Tras el desayuno se inicia la jornada, es decir, las actividades que llenan el día de los internos y que, en muchos casos, son la razón que les da esperanza una vez fuera de la prisión. Cursos de formación, talleres, tareas en el propio centro penitenciario, deporte, sesiones de gimnasio. En algunos casos, sencillamente, paseos por el patio.

Aparte de la vigilancia y la custodia, su trabajo también es la reinserción de personas privadas de libertad

Sergio se refiere a la posibilidad de cursar estudios universitarios a través de los programas de la Universidad de Educación a Distancia (UNED), que permite a los presos la obtención de un título universitario y que, seguramente por razones obvias, en la mayoría de los casos sea el de Derecho.

Pero también destaca el trabajo que se hace en la cocina del centro, donde reclusos que llegan sin formación previa han aprendido un oficio y salen a la calle preparados para encontrar un trabajo.

Tras el patio y las actividades, nuevo recuento y el almuerzo. Esos momentos en los que los encarcelados hacen vida en común, son los que hacen más relevante la actividad del funcionario que vigila y custodia. Pensemos que la ratio más común es que dos o tres funcionarios estén al cargo de la vigilancia de un módulo de 60 o 70 internos. No es fácil controlar esa situación si no se tiene mucha psicología, mucha perspicacia y experiencia.

“No tenemos la formación ni los medios que tiene la Policía o la Guardia Civil, no somos fuerzas de seguridad, por eso nuestro trabajo no es de fuerza, se trata de tener mucha psicología, saber hacerte respetar, tratar a la gente, hacerles ver que no eres su enemigo, que puedes solucionar sus problemas y sus demandas y sacar adelante, con ellos, a todo el módulo”.

No obstante, y esa es una demanda que lleva pendiente desde hace años, los funcionarios reclaman su consideración como agentes de la autoridad, en la misma medida en que lo son otros, como profesores o médicos. “Necesitamos ser considerados agentes de la autoridad porque es la manera de estar protegidos cuando se producen incidentes violentos, que no son lo habitual, pero suceden y son muy problemáticos”.

Tras el almuerzo, la tarde es un poco el reflejo de la mañana, hasta que los internos se reúnen para la cena y vuelven a sus celdas a pasar la noche a una hora temprana. A horas que, en verano aún es de día y luce el sol. La vida en el centro volverá a repetirse al día siguiente.

EJEMPLO DE LAS FUNCIONARIAS

Desde que, siendo directora general de Instituciones Penitenciarias Mercedes Gallizo, se unificaron las escalas masculina y femenina, las mujeres realizan las mismas tareas que los hombres en los centros penitenciarios. Para Sergio García, estas funcionarias son un verdadero ejemplo porque han sabido realizar una tarea profesional y experta a un nivel que, muchas veces, supera el trabajo de los varones.

“Es admirable ver cómo dos o tres mujeres jóvenes controlan un módulo de 60 o 70 internos con una profesionalidad impresionante. Son para nosotros, y también para los internos, un ejemplo. Su tarea es, creo, autentico feminismo”, nos asegura Sergio García.