Lamentable estado de un alcorque en plena Plaza de la Constitución (foto: Al Cabo de la Calle)

Transitar por la vía más emblemática de Getafe, la calle Madrid, se convierte a menudo en una odisea para las personas mayores, o no tan mayores pero con algún tipo de deficiencia visual, debido a los numerosos obstáculos que jalonan el suelo a lo largo de su recorrido peatonal entre la plaza de la Constitución y la calle Pizarro.

A la redacción de Al Cabo de la Calle han llegado no pocas quejas en ese sentido debido a la presencia de numerosas baldosas y losetas rotas o levantadas, así como adoquines desprendidos de los alcorques o en muchos levantados varios centímetros debido al empuje de las raíces de los árboles y que se convierten en una peligrosa trampa para los transeúntes por la alarmante falta de arreglo y mantenimiento de los servicios municipales.

Los casos de personas mayores que sufren caídas al tropezar con estos elementos ‘imprevistos’ son asiduos y el problema es que a menudo las consecuencias resultan graves, produciéndose en muchas ocasiones lesiones de importancia como roturas de cadera, así como fracturas en piernas, brazos, e incluso en la cabeza, tal como se nos confirma desde el personal del Hospital de Getafe.

Uno de los casos del que hemos tenido referencia directa en las últimas fechas es el de una mujer de 80 años que tropezó con uno de estos adoquines que sobresalían del pavimento junto a un árbol en el tramo comprendido entre la plaza General Palacio y la calle Pizarro y cayó de bruces contra el suelo impactando directamente con el rostro y lastimándose también un brazo en la caída. Auxiliada por varios viandantes que pasaban por la zona pudo levantarse, aunque le manaba abundante sangre por la nariz y la boca que lograron finalmente taponar.

Poco después, una patrulla de la Policía Local se personaba en el lugar y levantaba un atestado de lo acontecido con el testimonio de varios testigos. De inmediato, fue trasladada a Urgencias del Hospital donde, por fortuna, en las pruebas efectuadas no se le detectó ninguna fractura en el pómulo, la zona más afectada por el golpe y que dejó como secuela un enorme moratón además del evidente hinchazón de ese lado de la cara y falta de movilidad en el brazo afectado.

Ya el día después, sus familiares acudieron a la comisaría a presentar la pertinente denuncia con el parte de lesiones que le proporcionaron en el hospital y el atestado policial elaborado el día anterior. Y es que la mujer decidió presentar denuncia “porque el Ayuntamiento tiene que tomar medidas cuanto antes para que no pasen estas cosas. No es de recibo que el suelo se encuentre en este mal estado porque es un auténtico peligro. Esta vez me ha tocado a mí y por fortuna no ha sido grave, pero me consta que le está ocurriendo a mucha gente”.

De hecho, relata que un par de días después de la caída acudió a una panadería aledaña a la zona donde tropezó y cuando le vieron el rostro hinchado y amoratado le preguntaron qué le había pasado. Y cuando les contó lo que había ocurrido le revelaron que era ya el tercer caso que les constaba en el mismo sitio en lo que iba de semana.

LOS COCHES TAMBIÉN ‘SUFREN’

También son cada vez más las quejas que nos llegan por el pésimo estado que presenta el adoquinado de la calle Ferrocarril a su paso por la estación de Getafe Central, una de las vías más transitadas del municipio y por la que circulan a diario muchos cientos de vehículos.

El recurrente paso de coches, furgonetas, camiones, autobuses y vehículos de toda índole ha hecho ceder con el paso del tiempo los adoquines de diversas partes de un tramo de un centenar de metros junto al acceso al edificio de la estación de Carcanías y MetroSur, tanto en dirección hacia el paseo de la Estación como en dirección a la Glorieta Isidro Parejo Riesco.

La consecuencia es que el firme de esta zona se ha deteriorado enormemente y presenta numerosos baches y socavones que no han hecho sino aumentar con el paso del tiempo, ya que el problema viene de años atrás sin que nadie del Ayuntamiento parezca haberse enterado, porque no hace sino ir a peor.