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La plaza de toros de Getafe, una ‘estocada’ al crédito de la alcaldesa

Atila fue el último y el más poderoso caudillo de los hunos, la tribu asiática que se convirtió en la pesadilla de Roma. De hecho llegó a las puertas de la Ciudad Eterna en el año 451, tras asolar parte de Europa. Un imperio, el romano, que terminó de claudicar en el 476, merced a una casta de políticos y emperadores pusilánimes, que olvidaron la tradición de sus padres fundadores e hincaron la rodilla ante los bárbaros.

Cuenta la leyenda que allí por donde pisaba el caballo de Atila, con el bárbaro a lomos del equino, no volvía a crecer la hierba. Un mito que entonces servía para engrandecer su figura, e insuflar temor en sus adversarios. Sin embargo, con el paso del tiempo también ha servido esta rumorología para definir la acción de aquellos gobiernos y gobernantes mediocres, incluso cenizos, que cuando se ocupan de un problema no solo no acaban con él, sino que lo hacen más grande si cabe.

Esto nos trae a la ciudad de Getafe, en el año 2004. Tras una inversión pública de 3 millones de euros, la ciudad inaugura su plaza de toros. Instalación que en 2016 cierra por deficiencias estructurales. Y cinco años después, su estado no puede ser más deplorable.

Un recurso público levantado en tiempos del socialista Pedro Castro, y abandonado por otra socialista como Sara Hernández, que como Atila, allí por donde pasa no cabe más que ruina y abandono. En este caso, el de la plaza, sí crecen hierbajos. Paradojas de la vida.

Cerrada en 2016, la plaza de toros de Getafe se ha ido deteriorando con el paso del tiempo y la inacción del Gobierno municipal, que ha abandonado a su suerte una instalación pública, que costó 3 millones de euros en tiempos del socialista Pedro Castro

El caso es que en cinco años, el Gobierno del PSOE -ahora con Podemos como cómplice- ha desatendido un bien de todos los getafenses, pagado con su dinero. Los socialistas de Getafe siguen al pie de la letra aquello del “dinero público no es de nadie”, y dejan que recursos municipales se pudran con el paso del tiempo, mientras la ciudad languidece.

La plaza de toros no es el único ejemplo, desgraciadamente. Ahí está el polideportivo San Isidro y otras tantas instalaciones deportivas, también dejadas de la mano de Dios. ¿Y quién paga toda esta desidia? Pues el de siempre, el contribuyente, de cuyos bolsillos sale ese dinero que luego malgastan políticos de nula validez, como los que gobiernan Getafe.

En los presupuestos del 2020, tanto PSOE como Podemos prometían reconvertir la plaza en un espacio para eventos deportivos y conciertos. Pero como todas las promesas de la alcaldesa y su equipo, se las lleva el viento. Papel mojado, una vez más.

Y en vez de coger el toro por los cuernos y gestionar, que para eso se les votó, se quitan el muerto de encima y anuncian como bomba de humo, que sean los vecinos quienes decidan el futuro de este inmueble. Si esa va a ser la forma de “solucionar” los problemas de Getafe, ¿quién necesita a tanto concejal sin oficio ni beneficio salvo el de vivir de lo público?

El caso es que mantener cerrado un recurso público durante cinco años, abandonado a su suerte y con amenaza de ruina, es una estocada más al crédito de un Gobierno, el de Getafe, que espera el descabello de las urnas para que su paso por la ciudad sea solo un mal recuerdo. Getafe necesita políticos de altura, y no maletillas que dilapidan el dinero de todos.