El 23 de abril de 1563 se colocaba la primera piedra del Monasterio del Escorial. Dos décadas después se colocaría la última piedra de la octava maravilla del mundo, símbolo del poder de la España de entonces.

En contexto, no son muchos años para construir un monumento de semejante envergadura, teniendo en cuenta los métodos usados y avances de construcción. Pero los españoles de la época (en eso no hemos cambiado) tiraron del clásico chascarrillo para bautizar un dicho popular, que ha trascendido hasta nuestro tiempo, como: ‘Dura más que las obras del Escorial’, algo a lo que recurrir cuando una obra tarda más de lo habitual o, al menos, de lo que se esperaba.

En Getafe no tenemos un Escorial del que presumir, si bien contamos con otras construcciones de las que sacar pecho. Ahora bien, lo que sí padecemos es la pereza, el letargo y la desidia de un Gobierno, el de Sara Hernández, que afronta las obras en la ciudad como si del Escorial se tratase, para desesperación de los vecinos.

En Getafe no tenemos un Escorial. Lo que sí tenemos es un Gobierno holgazán y perezoso que eterniza en el tiempo las obras de cualquier espacio público. Una tardanza y sobrecoste que acaban pagando los vecinos

Peor aún, los trabajos no solo se prolongan en el tiempo, sino que son además chapuceros y, a veces, repetidos y sin sentido. Que se lo pregunten a los comerciantes de la calle Estudiantes, que saben como se las gastan la alcaldesa y su concejal de Urbanismo, Jorge Juan Rodríguez Conejo; o a los vecinos de Juan de la Cierva; por no hablar de los inquilinos de la promoción de viviendas de El Rosón, cuya desgraciada situación se eterniza en el tiempo. Y el sumun de la nefasta gestión urbanística son las obras en el polideportivo San Isidro, que en cada Junta de Gobierno se tienen que ampliar de plazo y gasto que, obviamente, sale del bolsillo de los getafenses, no del de la alcaldesa ni su escudero concejal.

¿No están cansados de este ‘Día de la marmota a la getafense? Sin gracia alguna, por cierto, pues Bill Murray solo hay uno. Tampoco es divertido que el Gobierno más caro de la historia de Getafe, el de PSOE y Podemos, emule a los Pepe, Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio, en cada empresa urbanística en la que embarcan a la localidad.

Afortunadamente, esta holgazanería puede tener los días contados. La poltronería de socialistas y comunistas se merece un rapapolvo en las urnas en mayo de este año. Ahí es donde verdaderamente tenemos que hablar los vecinos de Getafe.

Ya está bien de tanta chapuza, de ese apretón del vago, de obras prolongadas y eternizadas en el tiempo. Ya está bien, en definitiva, de una alcaldesa que dijo que iba a estar ocho años y quiere repetir otros cuatro más. Getafe se merece otra oportunidad. Y ese cambio, querido lector, está en su mano.