Hemos empezado septiembre con una inflación del 10,5%. Se dice pronto. Ya lo estarán notando en sus bolsillos y acumulamos tres meses por encima de los dos dígitos, a pesar de que la ministra Nadia Calviño dijo que no llegaríamos. ¡Menudo ojo, ministra!

Para que no se nos tache de nada, vamos a recordar a un economista que, a buen seguro, Calviño tiene de cabecera. Se trata de John Maynard Keynes, que decía aquello de que: “Con un proceso continuo de inflación, los gobiernos pueden confiscar, secreta e inadvertidamente, una parte importante de la riqueza de sus conciudadanos”.

Lo hemos dicho por activa y por pasiva: al Gobierno le interesa la inflación; saca tajada de ella. Aunque ya sabemos que Dios aprieta pero no ahoga, y nuestro presidente, su ‘Sanchidad’ Pedro Sánchez, casi como una divinidad para los socialistas, no nos quiere ahogados del todo. De ser así: ¿Quién pagaría el Falcón?

En los siete primeros meses de 2022, el Estado ha recaudado vía impuestos 22.283 millones de euros más que en el mismo periodo de 2021. En vez de servir al ciudadano, el Estado se sirve de él, aprovechando una inflación de dos dígitos

Así que de la manga se saca esos parches adornados con la palabra “gratis”, que no existe, aunque suena muy bien, para qué engañarnos. Lo gratis es una quimera, una entelequia. Gratis significa que alguien lo paga, generalmente el que no abusa de esta palabra. Y para muestra, un botón.

Según la Agencia Tributaria, de este mismo lunes, 12 de septiembre, en los siete primeros meses de 2022, los ingresos del Estado han crecido un 18% con respecto al mismo periodo de 2021. En concreto, en este tiempo, ha recaudado 146.235 millones de euros por el pago de impuestos. Esto son 22.283 millones de euros más de lo que ingresó el año pasado. Eso es debido, sobre todo, al ingreso del IVA, que hasta la fecha ha aportado a las arcas públicas del bolsillo del contribuyente, la nada desdeñable cifra de 52.504 millones euros.

¿Se dan cuenta de la gratuidad? ¡Qué tozudos son los números! Y hay quien dirá: ‘con ese dinero se pagan servicios públicos’; y no le faltará razón, pero de nuevo la realidad es así de terca. ¿Qué servicios han mejorado? Peor aún, seguimos con una deuda pública al 120% y un gasto político insufrible, pues ahí continuamos con 22 ministros y una cohorte de asesores y diputados paniaguados.
Pero vayamos a un servicio como el de Cercanías, hasta diciembre “gratis”. Si se han montado, por ejemplo, en la C-5, notarán algún que otro retraso en la frecuencia de paso; cuando no hay trenes que se han esfumado, literalmente. De la C-4 ni hablemos; pero es que la C-3 ya es un cuento de terror.

Los beneficios extraordinarios del Estado, a costa del sufrimiento patrio, son tanto o más vergonzosos que los de las energéticas, porque el Estado está para servirnos, no para servirse de nosotros. Y lo que hoy hace con estos beneficios es una traición.