El Teatro Municipal Juan Prado fue el escenario ayer de la gala de entrega de premios del XXVII Certamen Nacional de Cartas de Amor ‘Los mayores también amamos’. Un concurso literario, en el que las cartas de amor son las protagonistas y que viene celebrándose en Valdemoro desde 1994. El certamen está destinado a mayores de 60 años.

La gala, que no se pudo celebrar los dos años anteriores, ha contado con 113 participantes de toda España. Tres mujeres, Trinidad Pestaña Yáñez, Isabel García Viñao, Mª Pilar Díaz Moreno son las ganadoras; junto al autor local Esteban Mayoral Vázquez, han sido las ganadoras. Las autoras proceden, respectivamente, de Martos (Jaén), Castiello de Jaca (Huesca) y Madrid capital. La dotación de los premios es de 300 euros para el primer premio, 220 para el segundo; y 180 euros para el tercero y local. En el escenario, los ganadores recibieron, además, felicitaciones, flores y un diploma conmemorativo de su galardón.

Cuarenta años de amor y desamor

El valdemoreño Esteban Mayoral fue el primero en leer Carta de amor, que firmó con el pseudónimo Otoñal y en la que se dirige a la persona con la que ha compartido cuarenta años de una vida con claroscuros. En ella reconoce haberse equivocado muchas veces pero también manifiesta la certeza de continuar enamorado como al inicio de la relación. El protagonista sabe que sus sentimientos no son correspondidos desde un hecho misterioso y quizá trágico -que solo esboza con un «se ha dormido»- ante el que reconoce: «te fallé». Con estas tristes líneas, hace examen de conciencia, afronta lo que no es capaz cara a cara, muestra su apoyo al ser amado hasta que recupere la salud y la autonomía y deja la puerta abierta a un futuro prometedor que solo ella podrá decidir.

La sorpresa está en la postdata

El tercer premio fue para Mª Pilar Díaz, de Madrid, que adopta el sobrenombre de Eider Lamar en el escrito titulado A mi novia de toda la vida, una bella historia de amor llena de sentimiento y agradecimiento hacia la pareja por, entre otras muchas cosas, «ser la luz y la inspiración de mis días (…) mi mejor amiga y confidente». El presunto autor esgrime numerosos argumentos por los que admirar y querer a «una gran mujer, la mejor» con la que lleva 40 años y expresa su positivo balance de esas cuatro décadas en los siguientes términos: «Soy feliz sólo pensando que los dos hemos envejecidos juntos siendo mejores personas y sin defraudar las expectativas de aquellos jóvenes que fuimos». Con la esperanza de continuar juntos hasta el más allá se despide esta misiva con una jugosa, cómplice, divertida y sorpresiva posdata.

Nunca es tarde para el amor

La segunda premiada fue para Isabel García, con una carta en la que relata con profusión de figuras retóricas un enamoramiento en la madurez y en principio casi exclusivamente platónico, ya que solo hay cruce de miradas, sonrisas y saludos. El escenario en el que transcurre esta historia es un parque «con álamos temblones», «luces de colores»…, en el que la protagonista experimenta «el cosquilleo de varios ciempiés danzando en mi estómago (…) hormigueos dulces que sentí en mi juventud». Un día se encuentra el hueco en el banco en el que habitualmente está ese amado que «está haciendo crecer en mi interior un jardín florecido; un bosque de bellos árboles…». Todo se torna oscuro en unos momentos de intensidad dramática que terminan con un feliz desenlace.

Todos los ingredientes de un culebrón

Trinidad España ganó el primer premio con una carta que comienza presagiando una ruptura que no se confirma «Me gustaría decirte que he dejado de quererte. Pero no puedo» y van desvelando todo un culebrón, con tintes melodramáticos, que se desarrolla en la habitación de un Hospital Maternal. Un hijo nacido muerto, un padre ausente, una obsesión, la desesperanza, «sentimientos que fluctúan del blanco al negro», las promesas incumplidas, el odio, el adulterio y las nuevas puertas que se abren al amor son los ingredientes de este drama en el que no puede faltar una venganza acorde a todos estos infortunados y conmovedores sucesos.