Ramiro Domínguez, con Recaredo Veredas y David Felipe Arranz (Foto: José Belló)

Cultura Commodore acogió este jueves la presentación de Vida después del sueño. Apuntes de un renacer (Sílex ediciones), coescrito por Recaredo Veredas y Ramiro Domínguez, quien superó una Covid-19 casi mortal, tras ser desahuciado por los médicos y regresó para contarlo y convertirlo en un relato, a caballo entre lo periodístico y lo literario, de carácter onírico, que enlaza con su propia vida como editor.

«El libro es un punto de inflexión, porque es la primera vez que se hace en España esto con el coronavirus: convertir en literatura y en ejemplo admirable de superación el dolor y el miedo, y, sobre todo, la proximidad de una muerte que acechaba a su protagonista cada día», apuntó David Felipe Arranz, escritor, periodista y profesor, responsable de comunicación de Cultura Commodore.

Recaredo Veredas ha dado forma al relato de Ramiro, «a manera de psicólogo en el diván, porque Ramiro necesitaba soltar todo ese lastre, como si de una catarsis emocional y vivencial se tratase».

Ha recordado cómo empezaron sus primeras conversaciones, «cuando Ramiro estaba hecho una triza fue capaz de contarme toda la parte del sueño y, además, sus precedentes, de manera que fui enlazando el contenido del sueño con el de su propia vida».

Vida después del sueño es, pues, «un libro breve que tiene una estructura clásica y homérica, donde el héroe sufre una transformación que casi le lleva al Hades, y en el que hay implícito un duelo», ha definido Veredas, para quien el texto «enlaza con preocupaciones también mías, como qué es la realidad, ¿estamos ahora en Cultura Commodore o en otra vida paralela? Tiene este libro un toque que roza lo fantástico y también lo espiritual, hasta cierto punto».

UNA EXPERIENCIA ONÍRICA DEMASIADO «REAL»

Por su parte, Domínguez, que ha celebrado el pasado martes su quincuagésimo quinto cumpleaños, ha señalado cómo al estar sometido a los opiáceos durante la convalecencia, tuvo sueños bastante intensos, que le dejaron profunda huella en la memoria.

«Durante toda mi estancia en el hospital hasta que prácticamente salí de allí, seguí creyendo que el sueño durante el coma inducido fue real, que el centro médico era un barco y a la vez un edificio en Sevilla. Todo era demasiado real. Viajé hasta un cementerio marroquí y me agarré a una luz, que es la misma de la cubierta del volumen, pintada por Rembrandt».

«Yo olía, sentía los gestos, oía hablar a la gente, y me encontraba en Córdoba o incluso rescatando los restos de un amigo británico en Marruecos», ha recordado, un mecanismo que Arranz definió como la verdad de la literatura. «Sin duda, en tu mente, todo aquello te ocurrió de verdad, desde la muerte dulce que se me acercaba cuando entro en el hospital con un 72% de oxígeno en la sangre, casi muerto», destacó Domínguez.

EXPERIMENTACIÓN

En relación a cómo sobrevivió, Ramiro Domínguez expresó su agradecimiento a los médicos del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. «Creo que a mí me salvaron la vida; de hecho, llamaron a mi mujer, Cristina Pineda, para decirle que me estaba muriendo, a no ser que ella les autorizara a que experimentaran conmigo con un nuevo medicamento. Afortunadamente, dio su consentimiento», añadió sonriente.

Asimismo, recordó la omnipresente figura de su hermano David en todo el relato y en su propia vida, fallecido durante la Movida madrileña: «para mí, mi hermano es una persona fundamental en mi vida y el cariño hacia él se destila en cada página del libro, aparece reflejado en el sueño y en cada día de mi existencia», recordó emocionado.

En la actualidad, Ramiro Domínguez se encuentra más cansado que antes de la enfermedad y el nervio ciático de la pierna izquierda quedó lesionado, «bastante poco para haber renacido, literalmente, cual veterano de Vietnam», celebró.