Del color íntimo de Matisse al brillo pop de Warhol

Separados por medio siglo, Matisse y Warhol comparten una misma vocación: reinventar la mirada. El francés liberó el color; el estadounidense, la imagen. Uno transformó el interior doméstico en un jardín de formas puras; el otro convirtió los objetos cotidianos en iconos de una nueva religión mediática.

Las dos exposiciones que protagonizan este otoño en Madrid —una dedicada a Henri Matisse y otra al diálogo entre Andy Warhol y Jackson Pollock— se complementan sin proponérselo. Chez Matisse, en CaixaForum hasta el 22 de febrero, invita a la contemplación y la calma; Warhol, Pollock y otros espacios americanos al vértigo del mundo moderno. Juntas componen un mapa perfecto del siglo XX: del taller íntimo al estudio-fábrica, del trazo sensible a la máquina serigráfica, del alma al mercado.

Recorremos así con las dos muestras la evolución de la pintura del siglo XX, del color libre al brillo industrial del pop art. CaixaForum y el Museo Thyssen-Bornemisza ofrecen dos miradas complementarias sobre cómo el arte rompió definitivamente con la tradición.

La muestra ‘Chez Matisse. El legado de una nueva pintura’, organizada junto al Centre Pompidou de París, reúne 46 obras del pintor francés y 49 piezas de otros artistas que dialogan con su legado. El recorrido parte de los años iniciales, cuando el pintor abandona el academicismo y se atreve a liberar el color de la forma, para acabar en su etapa más sintética, donde recorta el mundo con tijeras y papeles pintados.

Todo está dispuesto como un espacio íntimo, casi doméstico, que recuerda que Matisse pintaba para que la gente se sintiera en calma y alegría.

A pocos kilómetros, en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, la exposición Warhol, Pollock y otros espacios americanos —abierta hasta el 25 de enero— presenta más de un centenar de obras que narran la gran revolución del arte estadounidense del siglo pasado.

La exhibición arranca con Jackson Pollock, padre del expresionismo abstracto, y su manera casi física de pintar: chorros de pintura lanzados sobre el lienzo, gestos que transforman la tela en un campo de energía. Frente a él, Andy Warhol encarna el extremo opuesto: la frialdad de la serigrafía, la repetición mecánica de los iconos del consumo y la cultura de masas.

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