BM GETASUR| Dolores del Barco y Pedro Moreno: Lo que el BALONMANO ha unido que no lo separe nadie

La historia del matrimonio que conforman Dolores del Barco y Pedro Moreno es pura historia del balonmano en Getafe, donde llevan nada menos que 40 años impulsando este deporte, primero al frente de la Agrupación Deportiva Getafe y desde 1993 como responsables del Club Balonmano Getasur, uno de los clubes de referencia de la Comunidad de Madrid. Han forjado a miles de jugadoras y jugadores en estas cuatro décadas de servicio a una ciudad a través de un deporte que siguen divulgando como el primer día y hasta que el cuerpo aguante, ya que mientras ella es la presidenta, él ejerce a día de hoy como director deportivo y técnico.

Lola y Pedro, Pedro y Lola, han visitado la redacción de Al Cabo de la Calle para adentrarnos en su apasionante aventura, que en el caso de Pedro arranca allá por el año 69, cuando se enroló en el equipo del Instituto de San Cristóbal de Los Ángeles. Allí se involucró para formar el Club Heptatlón 73 e iniciaría su faceta de entrenador a los 16 años antes de emprender un periplo que le llevaría por Leganés, donde coincidiría con Manolo Cadenas o Rafael López León; el Colegio Amorós de Carabanchel, y Alcorcón, ya exclusivamente en su faceta como técnico.

Lola, por su parte, vivía en Villaverde, pero empezó a jugar a una edad ya tardía en el Instituto de San Cristóbal, donde coincidió con Pedro. La Universidad -ella Pedagogía y él Magisterio- les separó durante cuatro años, pero se reencontrarían para no separarse ya más.

Y empieza ese idilio con Getafe que dura ya prácticamente 40 años…
P. M: Pues sí. En el 86 nos llama el Ayuntamiento de Getafe y se funda la Agrupación Deportiva Getafe, más conocida como Comercial de Pescados Antonio y Ricardo, ‘Los Pescaítos’, e incluso llevábamos un chipirón en la camiseta. Solo contaba con un equipo femenino que jugaba en el polideportivo de San Isidro y fue una etapa inolvidable en la que el pabellón se convirtió en nuestra segunda casa.
Ya en el 86 nos quedamos a punto de ascender a División de Honor, pero en el 88 sí lo conseguimos. Y además, el club fue creciendo a través de las escuelas y acudimos a varios campeonatos de España en infantiles, en cadetes y en juveniles nutriendo de jugadoras las selecciones autonómicas. En esa época, Lola fue seleccionadora de Madrid cadete y juvenil. Todo iba a pedir de boca.
Pero llegó el año 93 y tuvimos un problema económico enorme, ya que la empresa Fraper cierra de un día para otro y nos deja con un agujero impresionante. Tal es así que había dos internacionales rumanas en el equipo y no tenían ni para comer. Hubo que renunciar a División de Honor, bajamos dos categorías y empezamos de cero a nivel territorial. Pasas de jugar con los mejores equipos de España y muchos de Europa a hacerlo en Madrid. Hay un éxodo de jugadoras y pasamos un par de años horrorosos hasta que volvemos a ascender en el 96 a Primera Nacional con un apoyo importante del Ayuntamiento. Y ya en el 2000 se crea una plantilla muy solvente que asciende a División de Honor, aunque solo aguantamos un año porque nos quedamos con un equipo más mermado que el del ascenso. A partir de entonces hemos estado siempre en Primera Nacional y División de Honor Plata, donde seguimos peleando.

«Hemos tenido ofertas para irnos, algunas muy suculentas, pero siempre nos hemos sentido muy apegados a Getafe»

Pero si en algo fueron precusores es en su apuesta por el balonmano playa
P. M: Ahí fuimos pioneros absolutos en Madrid allá por el 96. Se jugó un primer torneo en la Complutense y a partir de ahí fuimos al primer Campeonato de España y ya todo ha sido para arriba. En 2002 me llaman de la Federación Española y me piden ser seleccionador nacional femenino con vistas al Europeo de Cádiz. Propuse que viniera Lola como ayudante y lo aceptaron. Fuimos subiendo de nivel con la selección y en 2008 se celebraba en Cádiz el Mundial, donde tuvimos la fortuna de quedar subcampeonas del mundo.
Y paralelamente seguimos trabajando con el club. Fuimos campeonas de España en 2013 y el año siguiente quedamos subcampeonas de Europa de clubes. Otro subidón importante, esta vez a nivel de club,
Y ahí seguimos hasta que hace cuatro años decidimos que el equipo de División de Honor Plata que yo dirigía necesitaba un impulso diferente y di un paso al costado. Seguí siendo director deportivo del club y luego colaboraba en lo que pudiera con el balonmano base del club, aunque hace tres años retomamos una iniciativa con la Federación que consistía en poner en marcha una Liga de Veteranas de Madrid, que por cierto hemos ganado estos dos años y nos ha permitido reencontrarnos con antiguas jugadoras que tuvimos en su día y ahora entrenamos a sus hijos e hijas.
¿Con qué se quedarían de estos 40 años en Getafe?
D.B: Con la gente que ha pasado por el club, esa gente que te reconoce por la calle, como me pasó el otro día con una jugadora juvenil. Eso es sin duda lo mejor que nos ha pasado en estos 40 años.

¿Y qué ha sido lo más duro que les ha tocado vivir?
P. M: Hemos tenido dos situaciones muy duras. En el 93 es que nos quedamos sin nada y sin saber cómo tirar para delante. Sin embargo, hubo un movimiento de gente que dijo que había que sacar el club. Tuvimos ofertas para salir, pero nos quedamos. Sufrimos mucho y fue muy duro. Hicimos una Junta Directiva compuesta solo por entrenadores y aunque perdimos en solvencia económica, acabamos ganando en independencia e hicimos el balonmano puro. Y luego también fue muy duro el cierre del polideportivo San Isidro con todo lo que conllevó después de tantos años allí.

¿Qué momento vive el balonmano a nivel general?
P. M: Al que encuentre la piedra filosofal que consiga que el balonmano, a pesar de los éxitos que ha tenido, esté por ejemplo al nivel de seguimiento que el baloncesto, habría que hacerle un monumento. Es increíble que con los éxitos que ha tenido a todos los niveles, el balonmano siempre esté en un tercer o cuarto plano. Fíjate que en balonmano playa, por ejemplo, somos el espejo en el que se mira el resto del mundo, y sin embargo tampoco tiene el reconocimiento que debería. Es una lástima porque tenemos un potencial importantísimo y nos falta visibilidad y seguimiento.

¿Y en el caso del Balonmano Getasur?
P. M: Pues ahora mismo tenemos muchos equipos de base y escuelas que estamos intentando que crezcan cada vez más. Y luego llevándonos una serie de éxitos, más en playa que en pista, aunque es cierto que el equipo de División de Honor Plata está en un momento dulce y con posibilidades de ascender a Oro. El equipo ha cogido un poso importante de madurez y va con muy bien nivel. Y luego tenemos muchos equipos en la Primera División madrileña, que es una categoría relevante.
D. B: Hay padres que nos preguntan por qué no jugamos en una categoría inferior para ganar más partidos y así los niños se motiven más, pero consideramos que jugar en una categoría superior es una experiencia que igual no tienen nunca más, y el aprendizaje no es solo ganar sino esforzarse por mejorar e incluso aprender a perder, que en deporte es algo fundamental. No queremos que los deportistas de base sientan frustración. Los padres sufren muchísimo cuando su hijo llora después de un partido porque ha jugado poco o mal y no se dan cuenta de que esa frustración desarrolla en ellos una capacidad para superar situaciones mucho más difíciles y aprender a superarse. Antes los jugadores solucionaban sus conflictos y te planteaban sus quejas, pero ahora es el padre el que viene a pedirte explicaciones y eso es un problema.

¿Qué le deben a Getafe y que les debe Getafe?
D. B: Getafe no nos debe nada porque la decisión de estar aquí la tomamos voluntariamente, pero nosotros a Getafe le debemos mucho. Getafe nos ha dado la oportunidad de formar a miles de jugadores y jugadoras. Getafe siempre nos ha escuchado y hemos tenido la posibilidad de desarrollar nuestra carrera deportiva en un sitio en el que hemos querido estar. Hemos tenido ofertas para irnos a muchos sitios dentro y fuera de Madrid, en algunos casos muy suculentas, pero nos hemos sentido siempre muy apegados a Getafe.

¿Son de los que se llevan el balonmano a casa?
D. B: Mucho, y es horrible, espantoso. Desde el momento que te levantas y hasta que te acuestas. Además, últimamente estoy viviendo con mucha tensión esta temporada porque están surgiendo un montón de pequeños problemas. Es horrible levantarte y antes de preparar el desayuno ya te tienes que poner a resolver cosas. Desde el primer momento de la mañana hasta el último momento de la noche. Muchas noches sueño con lo que no he hecho o con lo que me toca hacer el día siguiente y es complicado. Nuestra casa es una oficina del club
P. M: La realidad es que el 80% de la gestión del club lo lleva Lola, que es el alma de Getasur. En mi caso soy más una especie de ‘pepito grillo’, de tener que llamar a las instituciones intentando amarrar todo lo que se pueda. Y encima le hemos inoculado este veneno a nuestro hijo

Siempre han dado pasos calculados ¿cómo afrontan el futuro y todo lo relativo a una posible sucesión?
P. M: Yo como entrenador voy temporada a temporada y no te puedo decir qué voy a hacer la campaña que viene. De hecho, este año pensaba llevar algún equipo menos, que el año pasado tenía tres, y en cambio llevo cuatro por un tema puntual. ¿Voy a tener fuerzas el año que viene?, pues no te lo puedo asegurar. ¿Voy a tener ilusión?, pues ilusión siempre hay porque esto lo llevas dentro. Lo que no puedo es engañar a la gente y si no puedo, no puedo.
D. B: Yo tampoco quiero alargar esto demasiado. En algún momento habrá que dar el paso. Si fuésemos profesionales no habría problema sucesorio de ningún tipo, pero cuando esto lo haces de forma voluntaria y prácticamente sin ninguna compensación, pues ya es distinto. Estamos viendo gente con ideas más frescas que las nuestras y a lo mejor tienen que probar a equivocarse como hicimos nosotros en su día. Si hay gente con ilusión esto va a salir adelante.
P. M: Hay una red de padres cercanos al club que colaboran mucho y varios técnicos que habrá que ver si quieren dar ese paso adelante sabiendo las limitaciones, sobre todo económicas, del proyecto. Encontrar gente con nuestro nivel de compromiso no siempre es fácil.

¿Se sienten compensados y valorados después de tantos años de dedicación plena a este deporte?
D. B: Yo creo que no sería como soy si no fuese por el balonmano y no me hubiera involucrado en este proyecto. Y me siento muy satisfecha de cómo soy, así que sí, me siendo compensada a pesar de los muchos sinsabores que también ha habido. Unos días te comes lo dulce y otros lo amargo. Y este deporte me ha enseñado a relativizar mucho lo amargo.
P. M: No me he planteado nunca que se nos reconozca más o menos. Lo hemos hecho porque hemos querido. Muchas veces nuestro trabajo pasa desapercibido y quizá no pueden reconocerlo porque como no lo viven, no lo valoran. Y a mí me da igual, porque yo lo hago porque quiero, hasta donde pueda y quiera. No espero nada

«Echando la vista atrás, creo que ha sido un milagro haber mantenido el club durante tantos años»

¿Volverían a meterse en una aventura como esta?
P. M: Yo creo que sí. Sabiendo lo que sabes ahora igual hubieras cambiado algunas cositas, pero no me arrepiento de nada. Me duele alguna decisión que he podido tomar con alguna jugadora en la que me he podido equivocar, pero en el fondo creo que hubiéramos hecho lo mismo, entre otras cosas porque hemos formado una familia muy vinculada a este proyecto. Echando la vista atrás, creo que ha sido un milagro haber mantenido el club durante tantos años.

¿Cómo les gustaría que se les recordase?
D. B: Pues como alguien que ha ayudado a que mucha gente haya disfrutado de una experiencia diferente. Que he dejado un poso, que les he transmitido algo que les ha servido para su vida.
P. M: Confío en que hayamos podido ayudar a la gente a desarrollarse como deportistas y un poco como personas. Creo que algo hemos contribuido. Y hay que tener en cuenta que abrir aquí la persiana cada día no es fácil.

También su hijo Jorge ha estado marcado por el balonmano y ahí sigue creciendo como entrenador…
D. B: El balonmano lo vive con la misma intensidad que Pedro. Es muy analítico y tiene un equilibrio increíble porque como músico también es igual de metódico, de tenaz. Y eso se lo ha enseñado el balonmano.
P. M: Tiene la misma intensidad que yo, pero con más conocimientos. Está constantemente buceando en mejorar, en trabajar con sus equipos y con la misma sensación de culpa que tengo yo en los partidos. Mira que le digo que no aprenda las cosas malas mías y no se lleve las cosas a casa, pero al final es su vida.

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