huerta fuenlabreña

El campo de Fuenlabrada, Moraleja de Enmedio y Humanes de Madrid está con la soga al cuello. El encarecimiento del combustible, fertilizantes y envases tiene a los agricultores de la Comunidad de Regantes de Fuenlabrada, con pie y medio en el abismo de la ruina.

«Siempre tenemos acopio para el trabajo nuestro por lo que pueda pasar. Somos previsores, pero si esto sigue así tendremos que parar y puede haber desabastecimiento», alerta el presidente de la Comunidad, Ángel González Romeral, en conversación con Al Cabo de la Calle.

Por ahora la situación es tensa. «Nos ha cogido en una época que no hay actividad en exterior, pero empezaremos a sacar la acelga en una semana o diez días a lo sumo, y si la cosa va a más, habrá un problema», insiste.

En cifras, González desvela que, en apenas dos semanas, el gasóleo agrícola se ha disparado de los 0,90 euros el litro, a 1,38; los fertilizantes e insumos han subido un 200% y los envases de plástico ya cuestan más que el propio producto. «Lo peor es que las hortalizas siguen al mismo precio o más bajas y no podemos seguir así. Como no se ponga pie en pared, la situación tan triste la va a pagar el consumidor», señala.

En este sentido, gran parte de la Comunidad de Regantes de Fuenlabrada, cuyas explotaciones se extienden en 100 hectáreas de regadío en parcelas que llegan a Humanes y Moraleja, participaron en la manifestación del pasado domingo en Madrid, reclamando una rebaja del precio del combustible, si bien González manifiesta que «tenía que haber sido solo la agricultora», en referencia a los colectivos de caza que también se manifestaron.

SIN LAS AYUDAS DE FILOMENA

La situación aún empeora más, pues como señala el presidente de los regantes, aún no han recibido las ayudas de la borrasca Filomena, ocurrida hace más de un año y que echó por tierra muchos de los cultivos de una tierra, donde la acelga es el producto estrella, incluso con denominación de origen.

«Como no se ponga pie en pared, la situación tan triste la va a pagar el consumidor»

A esto se suma que todavía pagan factura de la luz con tarifa urbana, cuando llevan años reclamando que se cambie a tarifa rústica, ante los oídos sordos de las administraciones. Y por último, el envejecimiento de los agricultores.

«No hay atractivo económico para los jóvenes. Y si caemos, cae la sociedad, porque ya me dirás qué vamos a comer». Por lo que sentencia que «o apoyamos al sector agrícola o no comemos».

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