“España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido”. No hay evidencia exacta de que Otto von Bismarck pronunciara esta frase sobre España. Tal vez sea apócrifa, pero revela perfectamente el carácter de éste nuestro país.

También se le atribuye al ‘Canciller de hierro’ otra locución sobre España, que dice así: “Lo increíble de España es que con una clase política tan inepta todavía exista el país”. Y aunque igualmente su atribución habría que ponerla en cuarentena, desde luego es certera.

Todo esto nos lleva al año 2022, cuarto año de mandato del presidente Pedro Sánchez. Una época de la historia de España que será recordada como ‘El Sanchismo’, no nos cabe la menor duda. Un periodo personalista, casi de culto al líder, donde no ha habido una institución pública que haya sucumbido a sus “encantos”.

Desde la Fiscalía, controlada por una exministra socialista próxima al presidente, hasta el CNI, donde hoy meten sus manos separatistas y herederos de la banda terrorista ETA. Vivir para ver o qué efectiva es la anestesia que se le ha inoculado al pueblo español.

La historia del Narciso español, enamorado de su propia imagen, que rechaza (previo uso) a todo aquel que se acerca a su persona. El presidente de los viajes en Falcón cada cinco días. Unas “aventuras” declaradas como secretos oficiales; que usa fondos europeos para rehabilitar el Palacio de Doñana, patrimonio de todos pero de uso vacacional de su ‘Sanchidad’. El presidente de dos estados de alarma ilegales. El presidente de las cesiones a Marruecos, traicionado al pueblo saharaui. El presidente que elevó la deuda pública al 120% del PIB, con lo que eso supone para las generaciones venideras. Una losa que pagarán, si acaso, nuestros bisnietos.

En fin, cuatro años -y lo que queda- de un presidente y un Gobierno mastodóntico, que devora dinero público al tiempo que esquilma a la clase media y el sector privado a impuestos. Que no ha entendido que sin sector privado no hay público, y viceversa, claro. Que hay que armonizar, no destrozar.

Y sí, sus defensores, que los hay, pues para eso se ha labrado el culto al líder, hablarán de pandemia y guerra, pero basta señalar -nuevamente- que la deuda de nuestro PIB solo es superada por Argentina y la inflación o el paro dobla a las principales economías de Europa, para demostrar que peor no se pudo hacer; que no hubo ni un gesto en contención de gasto político -miren el BOE cada día- cuando peor lo pasaban las familias.

No obstante, del ‘Sanchismo’ también se saldrá. Y es que a pesar de tanta ineptitud, el país seguirá existiendo, no les quepa la menor duda.