Ignorancia, imprudencia incompetencia o todo a la vez. Es lo que demuestra Irene Montero al frente del Ministerio de Igualdad con afirmaciones como: “Cuando una mujer denuncia una agresión sexual en comisaría se le pregunta si iba vestida con una minifalda”.

No solo pone en tela de juicio, sin ningún pudor y con mucha irresponsabilidad, el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Lo que es peor, mucho más terrorífico, es que lanza un mensaje hacia las víctimas de violaciones y agresiones sexuales de que no acudan a la Policía o Guardia Civil porque, de primeras, son las culpables a ojos de los garantes de la seguridad.

Policías y guardias civiles le han pedido a Montero que rectifique. Y no. Lo que tiene que hacer es dimitir, aunque no esté de moda viendo a Ábalos. Una ministra no puede decir semejante barbaridad e irse de rositas. Es intolerable. La mentira, a sabiendas o por ineptitud, se ha de castigar en política con la dimisión.