Cualquiera diría que Pedro Sánchez, otra vez presidente del Gobierno con el beneplácito de golpistas, malversadores y Bildu, inició su andadura política en Madrid, a tenor de sus episodios con la capital. Ya saben, en el PSOE de Madrid y como consejero de la extinta Caja Madrid, en la época de Miguel Blesa, entre 2004 y 2009, contribuyendo con su voto a la mayor emisión de preferentes lanzada por una entidad bancaria en nuestro país (3.000 millones de euros). Memoria histórica.

En el pasado reciente, Sánchez ha protagonizado más de un desencuentro con la Comunidad de Madrid, con sus constantes desaires. En verdad, la región se le ha atragantado al líder todopoderoso del PSOE, desde que estuvo a punto de hacerse con ella con Ángel Gabilondo como títere.

La autonomía madrileña es la más damnificada en el reparto de financiación entre las distintas regiones, pese a ser la que más aporta al fondo común, el mismo que está a punto de saltar por los aires gracias a los acuerdos del propio Sánchez con nacionalistas vascos y catalanes, a los que quiere dar las competencias en la gestión de la Seguridad Social y tributos, rompiendo el equilibrio fiscal y el principio de igualdad y solidaridad entre regiones.

Todo eso se traduce, obviamente, en peores servicios estatales en la Comunidad de Madrid. El mayor ejemplo de esto es el Cercanías, camino de protagonizar una desgracia, como la que a punto estuvo de ocurrir el pasado fin de semana en la estación de Recoletos. No hay día sin una avería o una incidencia en unos trenes que ya no son capaces de absorber el número de viajeros. Necesitan un cambio drástico, pero en el Ministerio de Transportes, antes con los socialistas José Luis Ábalos y Raquel Sánchez y ahora con Óscar Puente, parecen estar a otros menesteres, siempre que el presidente de Cataluña lo autorice.

Y por si los madrileños tuviéramos poco con el Cercanías, ahora el abastecimiento de agua, la mejor del país, queda supeditada a autorizaciones mensuales de los organismos del Estado, que impiden cualquier planificación hidrológica. La presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, ya ha anunciado que plantará cara a este nuevo desmán, como ya hizo anteriormente en otros episodios.

Recordemos los estados de alarma ilegales, aquellos por los que Sánchez, ad hoc, mantuvo a los madrileños encerrados y no permitió la desescalada hasta que se le antojó. Hasta la Policía revisaba maleteros en el puente de la Hispanidad. Memoria histórica.

Resistimos, como siempre lo hemos hecho los madrileños cuando cualquier fulano con ínfulas autocráticas ha querido someter Madrid a su voluntad. Si Napoleón, que tuvo en jaque a Europa, acabó hincando la rodilla en España gracias al primer puntapié de Madrid, el preferente Sánchez no será menos.