Acción del partido entre el Tenerife y el Fuenlabrada (foto: laliga.es)

La llama de esperanza que mantenía el Fuenlabrada antes de visitar al Tenerife quedó prácticamente extinguida en el Heliodoro. Su derrota por 3-1 frente al conjunto chicharrero dispara la distancia con el Málaga y el Sporting -equipos que marcan la frontera de la permanencia- hasta los 12 puntos. Teniendo en cuenta que ya solo restan 18 por disputar, el descenso empieza a parecer ya irremisible por más que las matemáticas permitan mantener un hálito de vida.

Lo peor, más allá de los números, son las sensaciones. Y las que transmite el colectivo fuenlabreño hablan de un equipo tremendamente vulnerable a nivel defensivo. Tal es así que en cada una de las últimas cuatro jornadas, traducidas todas ellas en derrota, ha encajado tres tantos, un lastre imposible de soportar a esta alturas de competición y cuando tantas cosas hay en juego.

José Ramón Sandoval no ocultaba que «esto se pone muy complicado», en alusión a las opciones de salvación, «pero en la vida no siempre se gana, y cuando se pierde también hay que estar. Me vais a llamar loco, pero quedan 18 puntos y estamos a 12. No quiero descender antes de tiempo», insistía.

El técnico de los fuenlabreños admitía que «estamos en una situación en la que nosotros mismos somos nuestro peor enemigo», si bien recalcaba que «vamos a ponérselo difícil a todos los quipos que se enfrenten con nosotros a ver si alguna vez nos sonríe la suerte».