rbt

“El objetivo es adecuar esta importante calle de Getafe, a las necesidades de los vecinos, de manera que especialmente tanto las personas mayores, como quienes tienen movilidad reducida, puedan pasear o hacer sus compras y actividades del día a día, en un entorno mejor”. Así anunciaba el concejal de Urbanismo, Jorge Juan Rodríguez Conejo, las obras en la calle Estudiantes, cuyo inicio estaba previsto el 1 de septiembre, con una duración aproximada de cuatro meses.

Nada más lejos de la realidad, pues los trabajos arrancaron con casi diez días de retraso y la estampa, ya metidos en octubre, dista mucho de las buenas palabras del responsable de Urbanismo, que o bien desconoce la sensibilidad de sus vecinos a los que ha de servir o simplemente les ha tomado el pelo.

“Yo vivo de mi escaparate y si la gente no puede pasar tengo que cerrar”, dice una comerciante

Y es que estas obras no podrían haber llegado en peor momento, tras una pandemia, una inflación galopante, cargándose prácticamente la temporada de otoño-invierno y, peor aún, la campaña de Navidad. Tal es la preocupación que ha recogido Al Cabo de la Calle de los testimonios de varios de estos pequeños empresarios, cuyas ventas han caído en picado en menos de un mes y sus vidas y negocios penden de un hilo.

“Llegamos a estar una semana sin productos nuevos porque los camiones no pueden descargar la mercancía, tengo que ir yo mismo con mi coche”, se queja uno de ellos, que añade que la única alternativa para los camiones es ir por prohibida. Otra de las comerciantes getafenses, con más de tres décadas en la zona, apunta con amargura que “no he cerrado la tienda en las crisis de 2008, 2014, ni en pandemia y va a acabar conmigo el Ayuntamiento por sus obras”.

En este sentido, revela que trasladó el malestar al propio concejal, reconociendo la necesidad de los trabajos, pero que se hicieran por tramos y habilitarán pasos provisionales. “Yo vivo de mi escaparate y si la gente no puede pasar, tengo que cerrar”, añade.

También se resienten las tiendas de productos frescos, como frutas y verduras. “El género se pierde porque sobre todo venían personas mayores que no pueden pasar”, dice otra empresaria.

Por si fuera poco, las calles levantadas literalmente se convierten en un peligro para la integridad del peatón. Algunos de ellos ya se han caído por los socavones y, en otros casos, apenas pueden pasar con los carros, a lo que se suman unas vallas sin sujeción, que muchos días amanecen tiradas. Por si fuera poco, las escasas plazas de aparcamiento que había en la zona alta de la calle se han eliminado, con un fuerte olor a alquitrán que penetra en los hogares, además de convertirse en un pozo de basura y escombros.

Los camiones no pueden descargar y solo tres operarios trabajan en unas obras que durarán 4 meses

La promesa del Ayuntamiento es tener finalizada la obra en cuatro meses, dando así por perdida la Navidad, pero los comerciantes temen que se prolonguen en el tiempo y afecten a las rebajas de enero, puesto que solo tres operarios trabajan en la zona.

Todas estas vicisitudes terminan pagándolas las pymes de Getafe, cuyo único objetivo es sacar adelante a sus familias. Ahora, además de la crisis económica, el alza de precios de mercancías y materiales y los costes de la energía, suman otro calvario más: la improvisación de un Gobierno, el de PSOE y Podemos, que les ha dado la espalda.