JAVIER ALONSO LOPEZ

Hace más de 2.000 años que Jesús resucitó. O esa es al menos al creencia y piedra angular del Cristianismo. “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe”, advertía Pablo de Tarso en su Carta a los Corintios. “Sin Pablo de Tarso, la muerte de Jesús probablemente hubiera quedado en nada”, me dice Javier Alonso López, filólogo semítico, historiador y biblista, que lleva a sus espaldas más de un cuarto de siglo dedicado al estudio del Antiguo y el Nuevo Testamento, así como de las tres grandes religiones del Libro: Judaísmo, Islam y Cristianismo primitivo. Y sobre este último versa su obra La Resurrección: De hombre a Dios, un libro que no deja indiferente, seas creyente o no.

En apenas 190 páginas, Javier, vecino de Alcorcón, recoge todas las teorías sobre las creencias en el más allá en tiempos de Jesús, qué pasó con el cuerpo del Hijo del Hombre; su tumba; ¿pudo ser enterrado en una fosa común? Los testigos -si los hubo- y si es posible que bajara vivo de la cruz, entre otras tantas cuestiones que giran sobre los textos que conocemos de los cuatro evangelistas: Marcos, Mateo, Lucas, Juan. Y dos personajes fundamentales en la historia de la Resurreción: Pablo de Tarso, el converso; y María Magdalena.

Eso sí, el libro de Javier parte de una primera premisa contundente: la Resurreción es científicamente imposible. “Estamos educados en una cultura científica. Esto es el siglo XXI. Me parece muy bien como creencia religiosa, pero no tengo constancia de ningún cuerpo muerto que haya resucitado. Es una ley de la Naturaleza y los milagros, mientras no los vea, no tengo por qué creer en ellos”.

Antes que el Nazareno, el Antiguo Testamento ya recogía relatos sobre la vuelta a la vida de entre los muertos. Sin embargo, la historia de Jesús triunfa sobre los demás. “Los judíos, normalmente, no son un pueblo que intente convertir a los demás. Pero Pablo sí lo hace. Al no intentarlo los judíos, ese mensaje no se expande. Queda como una cuestión interna. La creencia en la Resurrección que transmite Pablo a los creyentes ya tiene una intención universal. Es el tipo indicado en el momento indicado”.

MARÍA MAGDALENA

Para entender la Resurrección de Jesús, también juega un papel crucial María Magdalena. Sin embargo, las referencias a la de Magdala son casi inexistentes en las escrituras. “La biografía de María Magdalena es mínima”, confiesa Javier. “Sin embargo -prosigue- esa primera sensación de no ha muerto, vive, está entre nosotros viene de María Magdalena y todo el dogma cristiano de la Resurrección está basado en ella. Todos los hilos del Evangelio nos llevan a María Magdalena. Con los años, posteriormente, desaparece. Da la sensación que se podía saber más del personaje y parece como podado en los Evangelios”.

“Esto es el siglo XXI. No tengo constancia de ningún cuerpo muerto que haya resucitado. Es una ley de la Naturaleza”

Unas escrituras, por otro lado, confusas en el relato. Muy diferentes entre los cuatro evangelistas. “Los redactores de los evangelios nos presentan también una Resurrección en cuerpo. Hay gente que lo ha visto, hay gente que ha interactuado con él, pero no lo han reconocido y otros que comen con él y lo reconocen. Están todos mezclados y hay que cribar mucho”, explica el escritor, y quizá de ahí esa sensación de desasosiego a la hora de encontrar respuestas a tantas preguntas en las sagradas escrituras.

De esta manera, La Resurrección: De Hombre a Dios viene a unir en un mismo libro todas las teorías existentes y para todos los gustos sobre el destino del cuerpo de Jesús. Si no resucitó, ¿qué pasó con él? Pues Javier tiene la suya y eso, por supuesto, hay que descubrirlo. Pero nos da unas pincelada a partir de los textos evangélicos. “Que lo bajaron de la cruz vivo, poco creíble y no hay pruebas. Que acabó en Cachemira, complicado. Que acabó en Francia y es padre de la dinastía Merovingia, difícil. Que robaron el cuerpo, sí hay testimonios de robo de cadáveres en la época, pero no explica todo el fenómeno posterior”.

En este punto, entra en juego la teoría de la fosa común, una forma de enterrar cadáveres muy propia de la época. Pero también un personaje como José de Arimatea. «José de Arimatea es básico. Si ves a redacción de los Evangelios en su orden: Marcos, Mateo, Lucas, Juan, ves que José de Arimatea va adquiriendo nuevos rasgos del personaje. Al principio parece un judío piadoso y acaba convirtiéndose en un amigo y seguidor de Jesús».

Y así, Javier relata que «el de judío piadoso encaja con el funcionario municipal que se encargaba de enterrar a los ajusticiados. Así lo decía la ley judía. Hay un Sanedrín mayor, que juzga a Jesús y un Sanedrín menor que se encarga de estos trabajos: como hacerse cargo del cuerpo de los ajusticiados. No es creíble que estuvieran las mujeres viendo aquello. Y si estaban: ¿por qué? no se lo dieron. Ni se lo dan a ellas, ni a los discípulos. Se lo dan a un personaje que hasta ese momento no había aparecido».

CIENCIA Y FE

Ahí es cuando entran en conflicto la fe y la ciencia. “Bienaventurado tú que creíste sin ver. Probablemente sea una frase puesta por Juan en boca de Jesús. En el Cristianismo se enseña a creer sin ver, a no pedir una prueba física. Una cuestión de fe. El que la tenga, perfecto. El que quiera basar su vida en principios racionales científicos propios de la Ilustración en adelante tiene un problema grave”, avisa finalmente.

“A mi me han faltado
el respeto con este libro. Lo curioso es que todo los insultos son de gente que ni me conoce ni ha leído el lirbo”

Eso sí, de lo que no cabe ninguna duda es de la existencia de Jesucristo como hombre. Y eso Javier, como un servidor, también lo tiene claro, a la vista de los textos antiguos y no precisamente religiosos. A pesar de ello, el escritor y biblista, como alguien que se atreve a mojarse en un tema tan controvertido como la Resurrección, no ha quedado exento de los ataques en Internet a su obra.

“Yo no lo he escrito para demostrar nada. He intentado explicar cuáles son los elementos que tenemos para jugar. Luego cada uno que elija”. Y así, deja claro que “no hay proselitismo en el ateísmo. No quiero convertir en el ateísmo a nadie. No me ofenden las creencias de los demás. Me gusta discutir con armas lógicas, solo es eso. Pero a pesar de ello, a mi me han faltado el respeto con este libro. Lo curioso es que todos los insultos son en entrevistas online, de gente que ni me conoce ni se había leído el libro. Es el volcar la bilis en cualquiera que te abre una rendija. Y eso me preocupa como sociedad”.

Así que, como alguien que ha leído el libro, no hay por qué alarmarse ante un relato enriquecedor sobre la muerte de Jesús, que ya dijo aquello de: “La verdad os hará libres”. Igual que -añado- el debate de ideas.