Juan Carlos Vicente en el arranque de la campaña (Foto.- Twitter @Vox_Valdemoro)

La crisis interna en VOX Valdemoro ha marcado la campaña electoral y ha alcanzado su culmen a menos de dos días de las elecciones. Los afiliados, que ya manifestaron a principios de abril su disconformidad con el candidato impuesto por Madrid, han estado en su mayoría ausentes de los actos de campaña.

El candidato ha podido contar con un reducido grupo de seguidores, prácticamente los miembros de la candidatura y poco más. Su presencia en los medios ha sido prácticamente inexistente. En parte por la irrelevancia de sus mensajes y en parte por el miedo patológico del candidato a los periodistas. En concreto, Juan Carlos Vicente (es el nombre del candidato de VOX a la alcaldía de Valdemoro) dio plantón a este medio el día en que había quedado para realizar una entrevista. Sin excusas. Impresentable.

La culpa, en cualquier caso, es del Comité Ejecutivo Provincial, liderado por Rocío Monasterio, que laminó a todos los concejales de la pasada legislatura e impuso en Valdemoro un candidato desconocido para los afiliados.

Pero no solo eso. También impuso una lista electoral plagada de “joyitas”, tal y como puso de manifiesto en la red social Facebook Héctor Cotta, concejal de VOX en Valdemoro y ya fuera de la formación.

Así describía Cotta la candidatura de VOX: «Uno que han despedido del Ayuntamiento de Valdemoro por hacer lo que le venía en gana, dos estafadores, un candidato que estuvo de consejero en la empresa municipal y duró dos meses porque no quería trabajar y, cuando se enteró de que era una cargo altruista, dimitió; tres amigos íntimos del candidato del PSOE; éstos entre los diez primeros; el resto conocidos en sus casas».

Lo de VOX en Valdemoro es, se mire como se mire, un desastre sin paliativos. Que Abascal Monasterio, Buxadé, Espinosa de los Monteros, y demás líderes, tomen nota.