Siempre se ha resaltado la importancia de saber perder, pero tanto o más edificante resulta saber ganar en determinadas ocasiones. Viene esto a cuenta del deplorable espectáculo ofrecido por los integrantes de la selección de Estados Unidos en la final del Mundial sub-17 de baloncesto.
Con el partido ya decantado a su favor en los últimos segundos del partido frente a España (67-79), un integrante del combinado norteamericano se enzarzó en un desagradable rifirrafe en el que llegó incluso a retar a algún rival a pegarse fuera de la cancha.
Y lo peor es que su entrenador no puso pegas a tan reprochable actitud mientras sus compañeros andaban ‘a pique limpio’ con el público. Su triunfo fue totalmente merecido, pero a esas edades pocas cosas importan más que saber ganar.