Juan Lobato se rinde y dimite como secretario general del PSOE de Madrid

La política madrileña vuelve a vivir un episodio al más puro estilo “Juego de Tronos” con un protagonista al que los socialistas ya han sentenciado. Desde que Juan Lobato, portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid y líder del partido en la región, asumió el liderazgo del PSOE-M ha enfrentado serios desafíos. Su dimisión es un claro mensaje para lo que queda de legislatura. Con todo perdido, toca apretar filas.

A pesar de intentar construir una imagen de renovación, los resultados electorales en mayo lo dejaron muy debilitado. Bajo su dirección, los socialistas madrileños no lograron capitalizar el descontento con el gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso y quedaron relegados al papel de oposición minoritaria. Esto avivó críticas dentro del partido, donde se le acusa de falta de carisma y de no conectar con las bases.

De jugada contra Ayuso a ser su tumba política

Por eso, no ha extrañado que asegurase el lunes que estaba sufriendo una “persecución” personal, incluso un linchamiento, por parte de miembros de su propio partido. Lo que parecía una legislatura de reconstrucción para los socialistas madrileños ha virado bruscamente hacia una tormenta política que amenaza con socavar aún más su ya delicada posición en la Comunidad de Madrid. Como detonante están las filtraciones que recibió el portavoz del PSOE y que llevó a una notaría en marzo.

El objetivo era registrar unos mensajes sobre la pareja de Ayuso, Alberto González Amador, acusado de doble fraude fiscal. Según él, su intención era blindarse ante posibles implicaciones legales y demostrar que la información provenía de los medios de comunicación y no de una filtración de la Fiscalía. Sin embargo, el secretismo de la maniobra —sin consultar con el partido y sin conservar copia del acta notarial— desató suspicacias tanto dentro como fuera del PSOE.

El mayor problema para Lobato es que su intento de protegerse abrió una caja de Pandora: en el PSOE se interpreta como un intento de derivar la responsabilidad hacia Moncloa, implicando a Pilar Gómez Acera y al actual ministro Óscar López. Pero, el deseo de apartar a Lobato no es solo consecuencia de este último escándalo. En muchos sectores del PSOE-M existe una percepción de que su liderazgo ha sido errático y poco efectivo.

Pedro Sánchez

Su estilo, marcado por decisiones unilaterales como la de la notaría, refuerza la idea de que no es el líder adecuado para reconstruir el partido en Madrid. Además, el PSOE-M necesita un liderazgo fuerte para enfrentar a Isabel Díaz Ayuso en 2027, y muchos en el partido creen que Lobato no tiene el perfil necesario para la tarea. Su incapacidad para articular una oposición sólida, sumada a los errores estratégicos recientes, ha llevado a varios sectores a buscar un relevo antes de que su figura arrastre aún más al partido.

Las voces críticas dentro del partido parecían querer aprovechar este escándalo para erosionar aún más su autoridad. Algunos señalan que las filtraciones y los ataques públicos no son casuales, sino parte de una estrategia cuidadosamente diseñada para empujarlo hacia la dimisión.

Este viernes Lobato tendrá que decir la verdad al ser citado como testigo en el juicio por este caso y confirmar si efectivamente la jefa de gabinete de Óscar López le envió correos personales de la defensa letrada de Alberto González Amador pidiéndole que los usara contra la presidenta de la Comunidad de Madrid en la Asamblea de Madrid.

Se acerca el Congreso del PSOE

Y es que el líder de los socialistas en Madrid no parecía ser otra cosa que la cabeza de turco de esta operación política dirigida a atacar personalmente a Ayuso. Sin saberlo, Lobato cavó su propia tumba; de hecho, todo apunta a que será el mayor damnificado, quien, ha negado con firmeza cualquier implicación, al tiempo que asegura ser víctima de una campaña de persecución política y de “linchamiento” interno.

De hecho, llegaba a insinuar que existen nombres propios detrás de esta “caza de brujas” y, aunque evitó señalar directamente, parece que el mensaje iba dirigido directamente a Pedro Sánchez. En respuesta, una de las voces más críticas ha sido la de Francisco Martín, delegado del Gobierno en Madrid, quien le exigió explicaciones más convincentes.


En cualquier caso, y a las puertas del congreso del PSOE que se celebra este fin de semana en Sevilla, todo este episodio dejaba su liderazgo más que en entredicho y suponía un duro golpe personal. Lobato no ha resistido la presión. Varios medios señalaban que intentó sin éxito conseguir el apoyo de varias agrupaciones madrileñas. Pero resulta que Lobato nunca ha sido muy querido por la mayoría de los líderes relevantes del partido en la Comunidad de Madrid, es decir, de aquellos, pocos que gobiernan en sus ciudades.

En el congreso regional en el que Lobato fue elegido secretario general tenía enfrente nada menos que al alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala, al que apoyaban las agrupaciones importantes (Alcorcón, Getafe, Parla, Coslada…), ciudades donde gobiernan los socialistas. Era una misión imposible conseguir su apoyo.

¿Y ahora qué?

Con Lobato fuera de combate, los socialistas madrileños tienen que elegir un líder capaz de enfrentarse con solvencia a Isabel Díaz Ayuso. No tanto de ganarla en las urnas como de no ser derrotado por KO. Se apunta el nombre del ministro Óscar López, de cuyo gabinete Lobato asegura que venían las filtraciones. López es muy amigo de Sánchez, pero en Castilla y León se estrelló contra Mañueco y no parece que en Madrid tenga opciones de recuperar puntos frente a Isabel Díaz Ayuso.

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