EDITORIAL| El adiós de Errejón y el incómodo silencio de la izquierda

No hay semana en la que la política española no sea vea manchada por algún escándalo, acusación o pacto de vergüenza. En esta ocasión, el terremoto ha llegado con el anuncio de dimisión de Íñigo Errejón después de que varias mujeres le acusaran de maltrato psicológico y abuso sexual. La noticia pilló a muchos por sorpresa, por lo que parece especialmente a compañeros y compañeras de su propio partido. Al menos, por lo que parece.

Las acusaciones presentadas hasta el momento son bastante serias, pero lo son más aún, si cabe, si entendemos que se dirigen hacia un reconocido defensor del feminismo y cara visible de la lucha contra la desigualdad sexista.

No debemos ignorar que, el exportavoz de Sumar y fundador de Más Madrid, solo dimitió cuando se vio entre la espada y la pared, primero por la denuncia anónima publicada por la periodista Cristina Fallarás en su cuenta de Instagram y, posteriormente, por las acusaciones realizadas por la actriz Elisa Mouliaá. Claro que, su renuncia al escaño en el Congreso y su salida de la política, deja varios interrogantes abiertos.

Por un lado, cabe preguntarse que habría pasado en el caso de que estas denuncias no hubiesen visto la luz, ¿habría confesado el señor Errejón en algún momento estos comportamientos? Parece poco probable, más si atendemos a la nota de despedida que hizo pública en sus redes sociales. En ella, parece que su renuncia es poco menos que un «acto heroico». De hecho, él mismo afirmó que estar en primera línea de la política afectó su «estructura afectiva y emocional».

Por mucho que se intente, resulta difícil, muy difícil, entender cómo una persona que ha estado a la cabeza de tantas y tantas movilizaciones contra el machismo, organizadas además por partidos en los que ha tenido un papel relevante como Sumar, Más País o Podemos, pueda justificar estos comportamientos.

Abanderar causas, pero no luchar por ellas

No obstante, deberíamos destacar que esta noticia no solo no ha dañado la imagen de Errejón y ha dejado su política por los suelos, sino que también lo ha hecho de Sumar, donde era portavoz parlamentario. Los focos ahora apuntan directamente a la formación liderada por Yolanda Díaz. ¿Nadie en el partido fue capaz de ver lo que estaba ocurriendo dentro de sus propias filas? Aunque más preocupante es preguntarse si, en el caso de que la cúpula del partido conociese los hechos, ¿por qué nadie hizo nada?

El caso aún se está investigando, pero Diaz ya ha afirmado que recibió una notificación de denuncia hacia su portavoz en el año 2023. Incomprensible que un partido que abandera las causas justas y que siempre dice ponerse del lado de las víctimas ignorase por completo este «pequeño detalle». Es más vergonzoso aún si atendemos a su justificación: «Es verdad que nos dijeron que habían abierto una investigación. Después mi equipo me informó que esta mujer había retirado ese tuit» (en relación a una denuncia que se filtró el año pasado en Twitter y en el que se mencionaba explícitamente el nombre del político). Sin palabras.

Ahora bien, queda una tercera cuestión que atender: ¿cómo le dices a toda esa gente que te ha votado, a todas esas mujeres que depositaron su voto y su confianza, que estás de su lado? Pues la realidad es que no puedes. No se puede porque no basta con abanderar causas justas si no se tiene el coraje de actuar en el momento preciso. Esto probablemente debería ser lo que más importa de toda esta situación.

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