La doctora Adriana Gómez Domínguez, especialista del Servicio de Neurofisiología Clínica del El Hospital Universitario Infanta Elena (Valdemoro), ha advertido de la relación entre la falta de sueño y la obesidad, en un reciente artículo en el que remarca que «la conexión es bidireccional y compleja, y que ambos problemas pueden agravarse mutuamente si no se manejan de forma adecuada».

Según la especialista, la falta de sueño puede alterar las hormonas relacionadas con el apetito, principalmente la grelina (hormona del hambre) y la leptina (hormona de la saciedad), conduciendo a un aumento del apetito y, por ende, del peso corporal. Pero a su vez, cuando la obesidad se ha instaurado, también influye negativamente en el sueño.

En este sentido, ha concretado, el exceso de grasa corporal puede interferir con la respiración, propiciando trastornos respiratorios como la apnea obstructiva del sueño. Además, alteraciones en la producción de la melatonina (hormona que regula el ciclo sueño-vigilia) afectan la calidad y duración del sueño, y merman aún más el bienestar de los individuos.

En referencia a la narcolepsia (trastorno crónico del sueño caracterizado por una somnolencia diurna excesiva), la relación con la obesidad es menos directa pero igualmente preocupante, según ha señalado. A este respecto, la especialista ha indicado que los pacientes con narcolepsia tienen tendencia a ganar peso debido a un menor metabolismo basal y cambios en los hábitos alimentarios, que complican aún más su condición.

En este sentido, también analiza el impacto de los medicamentos utilizados en el tratamiento de la narcolepsia. «Algunos de estos fármacos, sobre todo los más antiguos, pueden tener como efecto secundario el aumento o la pérdida de peso, aunque los medicamentos más modernos evitan en gran medida estos inconvenientes», ha indicado.

En este marco, la especialista hace énfasis en su artículo en la necesidad imperante de abordar integralmente tanto la obesidad como los trastornos del sueño. «La combinación de un estilo de vida saludable, terapias específicas y tratamiento médico es vital para garantizar el bienestar y la salud de las personas afectadas por estos problemas interconectados», ha concluido.