
Esteban González Pons: «Muchas de mis compañeras de generación viven solas por culpa de hombres que fueron demasiado narcisistas y egocéntricos»
Entrevista al eurodiputado por su última novela: 'Libro de pecados', un 'thriller' político de venganzas y desamores
En un momento de crispación, Esteban González Pons elige la pausa, y se aleja del discurso y el tono estridente que domina el escenario político. El vicepresidente del Parlamento europeo del PP se presenta más dado a la literatura que al eslogan, más cerca de su verdadera vocación que de su profesión, aunque sea consciente y reconozca todo lo que le debe a la política. En esta conversación, González Pons habla con esa pausa elegida, consciente y sabedor de que es algo que sí se elige. Incluso en mitad de la vorágine, uno puede contar hasta tres. Y así es como nos habla sobre su nueva novela, Libro de pecados (Espasa), que es, y no lo oculta, al contrario: una novela política, de trama política, o como él mismo define: ‘thriller político’.
¿Cómo se le ocurre esta novela? Y además directamente política, no se esconde.
Después de la novela El escaño de Satanás, mi editora me propuso que escribiera algo sobre los hombres de mi generación, sobre esos hombres que han dejado solas a tantas mujeres. Mis compañeras de generación, muchas viven solas porque tuvieron hombres que fueron demasiado inmaduros, demasiado narcisistas, demasiado egocéntricos, demasiado afectados por el complejo de Peter Pan. Sufrieron crisis de los 40 o de los 50, y ese tipo de hombre de más de 45 años es una sombra en las novelas de autoras femeninas de hoy. Me propuso que hiciera un retrato de los hombres de mi generación.
Y a ese hombre que representa a esa parte de hombres lo llamó Madelman…
Sí, porque al igual que mis hermanas jugaban con Barbies y se ha escrito mucho sobre lo que la Barbie pudo afectar a su educación, yo he jugado con Madelmanes y no se ha escrito nada de lo que Madelman pudo afectar a mi educación. Como yo escribo ficción política, thriller político, construí una novela alrededor de ese hombre que le falla a las mujeres y que en mi caso tenía que ser un político porque ese es el género que yo escribo.
¿Su respuesta ante tal propuesta fue inmediatamente sí o se lo tuvo que pensar?
Fue inmediatamente sí. Me gusta mucho leer novelas de mujeres escritas por mujeres, y en todas ellas el hombre suele ser una sombra, y me pareció un reto apasionante ponerle cara y voz a esa sombra, pero creo que solo lo he conseguido a medias. Al final en Libro de pecados la trama política ha ocupado una buena parte del personaje al que quería retratar.
Tampoco podría construirlo sin esa parte política…
Podría haber construido un oficinista, un miembro de la Policía, un cirujano, podría haberle dado muchos oficios, pero hasta hoy mis novelas se han movido siempre en el espacio de la ficción política y hoy por hoy hacer un Madelman, era hacer un Madelman vestido de político, no un Madelman de policía subido a un caballo, ni de buzo ni de explorador africano, era un Madelman político.
¿Y cómo son los hombres de su generación?
Nosotros vimos a nuestros padres ser los auténticos reyes de la casa y nos dieron para jugar un muñeco que se llamaba Madelman, cuya campaña publicitaría decía: Lo puede todo. Madelman, lo pueden todo. Y nosotros ni hemos tenido el lugar de nuestros padres ni lo hemos podido todo. Algunos nos hemos adaptado al cambio feminista que hemos vivido, algunos habrán sido buenos compañeros de sus mujeres, pero hay muchos cuya frustración la han acabado pagando sus compañeras con soledad.
Hay que ser valiente para siendo político escribir una novela que…
Todo sale de mi imaginación, no hay ningún personaje que exista en realidad, y no hay ninguna trama que se parezca a otra real; ahora bien, mis personajes podrían ser reales y mi trama podría ser real. Esto no es lo que ocurre en la política pero tiene el aroma y el sabor a sangre quemada que le corresponde en política.
¿Lo ha vivido?
Sí, esta es una historia de amor entre dos políticos y estoy cansado de ver a lo largo de mi vida políticos y políticas que se enamoran entre ellos, que tienen relaciones apasionadas y algunos acaban divorciándose y casándose entre ellos, unos acaban en drama y otros en tragedia o en comedia, pero los políticos en su trabajo igual que los periodistas en su redacción, los médicos en su hospital o los policías en su comisaría se enamoran y se desenamoran, y a lo largo de mi vida he visto muchas relaciones, unas acabaron bien y otras mal.
¿Alguna política con la que jamás tendría usted una relación?
Yo no creo que la capacidad de enamorarnos sea universal, yo no creo que podamos decir: puedo enamorarme de cualquiera o yo no soy capaz de decir que puedo enamorarme de cualquiera. Las personas de las que puedo enamorarme son contadísimas, por lo tanto me resultaría muy fácil decir de qué política no me podría enamorar porque lo son casi todas. Me costaría más tener que decir de qué política podría enamorarme. Porque, como si hubiera una predeterminación, creo que el número de personas de las que nos enamoramos en la vida es limitado. Y si nos cruzamos con una de esas personas que está dentro de ese conjunto, pues ay de nosotros, porque entramos en la hoguera y es cuando la hoguera prende.
El tema del poder y usar el poder como venganza es terrible cuando son dos políticos como en su novela, pero es peor cuando uno tiene poder y el otro no. Es que ahí no hay ni lucha posible…
No, cuando uno tiene poder y el otro no, cuando uno es político y el otro no es un caso muy conocido. Cuando la relación es entre un político y un periodista también es un caso bastante más conocido. Lo que se conoce poco es que los políticos se enamoran entre ellos y cuando el amor se rompe, algunos utilizan el poder para destruir al otro, por ejemplo no poniéndole en las listas electorales; haciéndole bulling profesional, apartándolo de algún cargo al que quería acceder… De lo que yo hablo es de las relaciones sentimentales que se establecen entre los propios políticos, no con otro tipo de personas y la venganza con que unos tratan a otros a veces cuando el amor se rompe. Como si dijéramos yo hablo de cómo se enamoran y desenamoran las pirañas dentro de su piscina.
¿Cree que el amor se rompe o es más uno que deja a otro?
Creo que en toda ruptura siempre hay uno que es la víctima. No creo que en las rupturas de las parejas haya nadie culpable, pero sí que creo que siempre hay uno que paga más, uno que paga por los dos.
Y en poder, hay otros menos expuestos que ustedes, pero más poderosos…
Como poder sí, como poder hay poderes y en mi novela aparecen; hay poderes en la sombra que actúan en todas las formas de gobierno. Si el gobierno es de derechas, su poder en la sombra a lo mejor es la iglesia; si el gobierno es la izquierda, el poder igual es el sindicato, pero siempre hay un poder en la sombra que actúa. Ahora bien, en lo que respecta al amor los políticos están expuestos por su actividad pública pero no por su actividad privada. Las relaciones sentimentales entre políticos son completamente desconocidas. Te habrá pasado como a cualquiera, como a mí, que en un telediario habrás visto a un político y a una política hacer declaraciones opuestas ,y tú no sabes, pero yo sí, que después esos dos políticos se han ido a cenar y son amantes. De los políticos conocemos lo que vemos, pero no lo que sucede cuando se apaga la luz y es cierra la oficina. Ahí las relaciones sentimentales son más frecuentes de lo que se cuenta, bueno es que no se cuenta.
No se puede volver atrás, pero ¿sería escritor antes que político?
Sí, sí lo cambiaría. Si pudiera volver atrás, a tener 18 años, en lugar de estudiar Derecho me habría venido a Madrid a estudiar Periodismo o Filología Hispánica, pero en aquel momento mis padres no me dejaron, así que tomé el camino del Derecho y el camino del Derecho fue el camino del revés para la literatura. Pero si yo volviera atrás, me atrevería a ser escritor, no viviría este sucedáneo de la literatura que es la política y que he vivido durante tantos años. A la que por una parte tantas cosas buenas le debo y en la que continuaré al menos esta legislatura.
Lo que más le cansa de la política ¿lo podría encontrar el lector en la obra?
En la novela el lector va a encontrar lo que más me cansa de la política y va a encontrar también lo que más me apasiona de la política. Va a encontrar el lado bueno y el lado malo de la política. Es una obra municipal que ocurre en un ayuntamiento que pretende contar o explicar qué es realmente la política municipal y qué fuerzas intervienen. Y se va a encontrar con personajes buenos, personajes malos y personajes malos que se vuelven buenos. Pero lo que ocurre en su Ayuntamiento el lector lo va a ver reflejado en Libro de pecados.
La política local ¿qué es para usted respecto a la nacional?
La política local es la más democrática de todas, porque es la más próxima. Conforme se aleja el foco de la política los seres humanos son vistos menos como individuos y más como masa. Las personas mayores, los jóvenes, los discapacitados, las mujeres, los trabajadores, vistos desde el Ayuntamiento tienen nombre y apellidos, visto desde la Comunidad Autónoma se clasifican estadísticamente, visto desde el gobierno de España son una masa, vistos desde Europa son simplemente la sombra en un mapa. La política municipal es la más democrática de todas, la única que le pone nombres y apellidos a los votantes.
Se lo pueden encontrar en cualquier sitio…
El político local es un héroe. El único al que llaman por la noche solo porque una vecina se ha puesto de parto para lo que no tiene competencias para lo que no tiene recurso qué utilizar pero que el marido que se ha asustado porque su mujer se ha puesto de parto se queda tranquilo si se lo cuenta al alcalde.
Ábalos…, muy de novela
Es un personaje valleinclanesco, yo veo a Ábalos en El misterio de la cripta embrujada de Eduardo Mendoza o en Sin noticias de Gurb.
También Mazón, Valencia, hasta el nombre de la novela, cuyo nombre cambió, el original era Barro…
Sí, iba a llamarse barro o lutum, que es barro en latín, que es el nombre que los romanos le pusieron a Almarjal en mi ficción y lo cambié por Almarjal que significa ciénaga, porque a mí como valenciano la dana me ha dejado una herida que no ha cicatrizado ni va a cicatrizar por muchos años que viva.
Duele especialmente que se convierta en instrumento político?
Duele la falta de unidad de las fuerzas políticas para resolver los problemas que la dana ha provocado, pero como creo en la política compasiva pienso que las víctimas no tienen color político. Nunca lo han tenido y nunca lo tendrán, las víctimas son víctimas y los políticos, por incómodos que se encuentren con ellas no pueden dejar nunca de atenderlas.
¿Cree de verdad en la política compasiva?
No, creo en que la política debe ser compasiva.
Y le falta mucho…
Le falta mucho, le falta todo.
Cada vez más ¿o es que siempre estamos diciendo que este es el peor momento?
Me parece que hay una escisión entre política real y política mediática. La política real es más compasiva que nunca antes lo fue en la historia y más humana. Funcional mal la Sanidad, es posible, pero nunca hemos tenido mejor sanidad. Son bajas las pensiones, pero nunca las hemos tenido más altas. Podríamos mejorar la educación, es seguro pero nunca hemos tenido una educación universal de más calidad. No llega a todo el mundo la dependencia o llega tarde, cierto, pero antes nunca se había pagado la dependencia. Hay mayores que están solos, no lo niego, pero nunca ha habido tantos mayores atendidos. Todo puede mejorar, sí, pero la política real funciona. Luego está la política en los medios de comunicación, luego están los políticos que salen en la tele solo para insultarse, esa es la parte que yo creo que habría que suprimir y deberíamos imponer la política de adultos. Los políticos deberían tratar a los ciudadanos como adultos y no lo hacen. Lo que me engancha de Alberto Núñez Feijóo, aparte de la admiración personal que siento por él y de nuestra amistad, es que hace política de adultos.
¿De quién sí sería o sería usted amigo que sea de otro partido?
No necesito irme lejos, me considero amigo de Irene Montero y Pablo Iglesias. Me siento amigo de ellos.
¿Qué es lo mejor que le podrían decir de este libro los lectores?
Lo mejor y lo que me gustaría que me dijera un lector al terminarla es me ha enganchado, me he divertido mucho, por favor escribe otro.
¿Cuál es su mayor reto cuando escribe?
No aburrir, cuando un lector lee una novela te está regalando seis horas de su vida. Hay seis horas de la vida de esa persona, y la vida tiene un tiempo limitado, que las ha dedicado a leer tu novela, te las ha regalado a ti. Lo mínimo que puedes es no aburrirle. No te digo ya que le entretengas o que le diviertas, lo mínimo es que le entretengas. Con que diga: no me he aburrido leyendo tu libro yo ya estoy satisfecho; me gustaría que además me dijeran me he divertido muchísimo, me lo he pasado muy bien.
¿No le gustaría que dijeran que es una buena obra?
Me importa menos, me importa más divertir al lector.
¿Literatura más como evasión?
Yo no soy Tolstoi, no necesito preguntármelo. Es obvio que yo no voy a pasar a la historia como escritor y nunca voy a ganar el premio Cervantes. Ni siquiera voy a ganar el Planeta, entonces ¿a qué puedo aspirar yo? A entretener a los lectores, a que quien coja un libro mío diga «me lo he pasado bien, he pasado un buen rato leyendo un libro tuyo. Me gusta lo que cuentas». Soy un narrador y un narrador es desde tiempos de Homero un tipo que entra en la casa y te cuenta una película, y luego se va y la gente se queda con buen sabor de boca. No intento hacer tesis, para eso ya están los que escriben ensayos, yo solo busco entretener.