Corría el año 2013 cuando se empezaban a entregar las primeras viviendas en el barrio de Los Molinos. Como en toda entrega de llaves, la ilusión invadía a los nuevos vecinos de Getafe, a pesar de que, claro está, las dotaciones en un barrio de reciente alumbramiento eran más bien escasas. Pero tiempo al tiempo.

Porque poco a poco, Los Molinos ha ido cogiendo lustre. Es verdad que aún faltan infraestructuras tan necesarias como el centro de salud o un segundo colegio, igual de vital. En el primer caso, el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid se comprometió frente a la alcaldesa, Sara Hernández, a construirlo en el momento en el que se acrediten 10.000 cartillas sanitarias en el barrio. Algo es algo. Con respecto al segundo colegio, la Junta de Gobierno parece haber hecho los deberes y ya ha cedido la parcela elegida por los propios vecinos previamente para que el centro educativo sea construido en el menor tiempo posible. Y a poder ser, sin causar muchos problemas a los sufridos vecinos.

El acceso al barrio por carreteras como la M-45 o la Autovía de Andalucía (A-4) facilita la escapada a los ladrones con el botín de turno

Y decimos sufridos porque al igual que han ido creciendo el número de habitantes también lo han hecho el número de ilícitos penales en forma de atracos o robos que están provocando entre las familias una sensación de inseguridad que no es capaz de atajar el Ejecutivo de Sara Hernández. Es verdad que borrar de un plumazo a los amigos de lo ajeno es prácticamente imposible. Los cacos, cada vez, son más ingeniosos. Pero en el caso de Los Molinos la cosa se pone siempre a tiro.

Y eso porque el enclave en el que está ubicado el barrio es “ideal” para que la fuga de los ladrones tenga éxito. El acceso a carreteras como la M-45 o la A-4 facilita la escapada con el botín de turno. Y adiós muy buenas. Cristales rotos, coches abiertos, garajes usurpados y también bicicletas sin ruedas. Los seguros que suben las pólizas y el daño que se hace más duro aún si cabe. Nada se escapa a los amigos de lo ajeno que tienen en el barrio un colmado de tesoros.

Si Los Molinos necesitan como agua de mayo un segundo colegio, también es vital a la voz de ya más policías que patrullen sus calles

Con estos hechos es normal que las familias pidan más prevención policial. No es normal que una ciudad como Getafe tenga cuatro coches de Policía Local patrullando para todo el término municipal, como han denunciado hartamente los sindicatos. Como tampoco es normal que un Ayuntamiento gobernado por Sara Hernández haga “oídos sordos” a las reclamaciones de los vecinos a los que sirve.

Si Los Molinos necesitan como agua de mayo un segundo colegio que cubra las necesidades educativas de los menores que se trasladan a diario fuera del barrio para aprender, también necesitan a la voz de ya más Policía que patrulle las calles y aparcamientos -sobre todo de El Casar- para disuadir al menos a los cacos. Y si no es posible, por el momento, dotar de más agentes al Cuerpo, al menos el Ayuntamiento debe reaccionar y, en el caso de los locales, instalar elementos arquitectónicos para desalentar a los ladrones. Algo tiene que hacer y no precisamente dar la callada por respuesta ni guardar el dinero en el cajón. Invierta en Seguridad, señora alcaldesa, y hágalo ya.