200 campos de fútbol de vertidos ilegales se encuentran en Leganés. El dato es demoledor. Peor aún, según el último estudio de Ecologistas en Acción, Leganés es la ciudad de la Comunidad de Madrid con más vertederos ilegales. Eso, aparte de un atentado medioambiental en toda regla, es insostenible a todos los niveles: políticos, sociales y económicos. ¿Qué clase de ciudad quiere legarse a las generaciones futuras?

Una pregunta que va a ser respondida el próximo 28 de mayo en las urnas, a buen seguro. Y es que la conservación del medio ambiente es uno de los asuntos que centrará el debate de aquí a mayo, como lo ha hecho toda la legislatura. Los vecinos de Leganés, como de cualquier ciudad de España, se merecen espacios naturales, dentro de su ámbito y peculiaridad territorial, cuidados, accesibles y de unas mínimas calidades, que puedan ser aprovechados en sus tiempos libres y de ocio. De nada sirve promocionar actividades saludables, si luego se tienen que desarrollar rodeados de inmundicia.

Vaya por delante que tener un parque de semejantes características, como el de Osa Menor, es algo digno de celebración. Pero el término municipal de Leganés va más allá. ¿Qué imagen se quiere transmitir a alguien que, entrando por la A-42, vea el estado de Prado Overa?
Otra pregunta que tendrá contestación en las urnas, a buen seguro. Como la Seguridad Ciudadana. O, mejor dicho, la inseguridad ciudadana. Si al menos pasear por el interior de la ciudad no fuera un deporte de alto riesgo en el último año. Y no lo decimos nosotros, sino el propio Ministerio del Interior, que ha hecho públicos los datos de criminalidad del 2022.

Insostenible que delitos como las agresiones sexuales con penetración se hayan disparado un 71,4% en el último año. Claro que con leyes como la nefasta ‘Ley solo sí es sí’, se puede llegar a comprender que tenemos unos legisladores poco empáticos con las víctimas.

Las estafas telemáticas y los delitos informáticos también son dos asuntos peliagudos que deben centrar el foco del debate estos días. El propio Ayuntamiento sufrió un ciberataque a finales del año 2021. En un mundo digitalizado, donde las gestiones están informatizadas, urge garantizar la seguridad de los vecinos en este campo. No valen los parches, sino una intervención directa y contundente en este terreno. Y es que, como en otras ciudades vecinas, la falta de policías ya se está notando en los datos estadísticos. También la laxitud del ordenamiento jurídico español para con el malhechor.

En definitiva, Leganés no puede seguir enterrada entre vertidos e inseguridad. Tomen nota los actuales administradores de la ciudad o el 28 de mayo se llevarán una soberana bofetada de realidad, pues la paciencia de los vecinos ya se ha colmado.