Sobre la bocina o el clásico apretón del vago. El caso es que Pinto parece revivir los peores días de la pasada legislatura, la que supuso el Gobierno de Ganemos, hoy Unidas… Mañana ya veremos.

Si hacemos un ejercicio de memoria histórica, el periodo 2015/2019 fue uno de los más tristes y oscuros de Pinto, con un Ejecutivo enfrentado a todos los sectores de la población, donde reinaba la dejadez, la opacidad, la falta de transparencia, la suciedad, los malos olores… En definitiva, una oscuridad de la que prometió salir su nuevo alcalde, Diego Ortiz, cuando se hizo con el bastón de mando del Consistorio, allá por junio de 2019.

Cierto que su mandato no empezó como se esperaba, con una pandemia que ha marcado el resto de la legislatura. Pero eso no es excusa para la parálisis que sigue viviendo la localidad. No en vano, Ortiz se echó en brazos del exalcalde, que hoy es su segundo al mando, y de nuevo la ciudad se ha sumido en las tinieblas. No avanza el tiempo en un Pinto que sigue arrastrando problemas y reivindicaciones de otros años.

Casi cuatro años después de la promesa electoral, el Gobierno local anuncia la puesta en marcha de los drones para vigilar los vertidos ilegales. ¿Y mientras? Pues toda una legislatura enterrada entre los escombros que rodean la ciudad

Ahí está el apeadero de La Tenería, en un cajón esperando a ser desempolvado. Pero lo más sangrante, si cabe, son los vertidos descontrolados que rodean a la localidad. De hecho en 2019, el propio alcalde socialista se comprometió a poner en marcha una unidad de drones para vigilar y castigar a los infractores y no ha sido hasta hoy mismo cuando se ha puesto en marcha.

O eso al menos anunciaba el Ejecutivo municipal en sus canales oficiales. Difícil de creer de un regidor que también anunció la adjudicación del apeadero de La Tenería, o que resolvería el conflicto de competencias con los Bomberos y ahí sigue enquistado. Y qué decir del abandono de la Escuela Municipal de Danza.

Y es que a Ortiz se le ha puesto cara de Rafael Sánchez, para desgracia de los vecinos. Con eso de ligar su destino al del exregidor, se le han copiado hasta las formas de hacer política, esperando hasta el final de legislatura para hacer ver que hace algo por la ciudad. Incluso en la falta de transparencia emula a su antecesor.

Solo así se explica que ahora, casi cuatro años después, se activan los drones para proteger el medio ambiente de Pinto. ¿Y mientras? Una legislatura enterrada entre los escombros que rodean la ciudad. Todo ello merced al Gobierno más caro de la historia de la ciudad. Por eso la pandemia no era excusa para dejar de lado la evolución del municipio. Eso sí, la fanfarria de fiestas por doquier no se ha detenido, lo que evidencia que con esta coalición, Pinto es una suerte de Dorian Gray: buena facha al exterior, pero reconcomido por dentro.