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Difícil ser más gráfico que Ángel Rodríguez para definir lo acontecido poco antes sobre el césped del Camp Nou. «Contra un equipo como el Barcelona no puedes cometer tantos errores defensivos porque te penaliza mucho», sentenciaba el delantero tinerfeño. Y no le faltaba razón. La retahila de fallos de la retaguardia azulona allanó al equipo azulgrana el camino hacia una goleada que desdibujó el buen trabajo de los de Bordalás en la segunda mitad, cuando llegó incluso a poner en cuestión el triunfo local.
Pero la realidad es que el partido se había decidido mucho antes. El primer aviso de Messi se fue al larguero cuando apenas se habían cumplido tres minutos. Pero no perdonaría a la segunda, cuando controló un magnífico pase de Busquets para plantarse ante Soria y superarle con toda la suficiencia del mundo (8′).
Tocaba navegar contracorriente, pero un guiño de la fortuna permitió que un centro de Cucurella desde la izquierda fuese rematado por Ángel. El disparo se marchaba lejos de la portería de Ter Stegen, pero tocó en Lenglet y su trayectoria varió sustancialmente hasta introducirse entre los tres palos convirtiéndose en el 1-1 (11′).
El partido adquiría una nueva dimensión y el Getafe transitaba con cierta comodidad hasta que llegó el minuto 27′ y arrancó el calvario de Chakla, especialmente señalado por sus errores en el duelo del Camp Nou. El marroquí cedió un balón hacia su portería sin percatarse de que Soria había salido y firmó uno de los autogoles más ridículos que se recuerda. Un fallo descomunal que afectó al equipo de manera perceptible porque apenas cinco minutos después un mal despeje de Maksimovic lo convertía Lenglet en un centro para Messi, que remató primero al palo y luego cazó el rechace para establecer el 3-1 y dejar el asunto liquidado en un santiamén.

MUCHOS CAMBIOS Y GOL DE UNAL

La entrada en escena tras el descanso de Arambarri, Sabit y Kofi dejaba entrever que el Getafe ponía ya la vista en el decisivo compromiso de este domingo ante el Huesca, pero la realidad es que el equipo azulón pareció sacudirse la presión y comenzó a presionar arriba a un rival que parecía haberse desconectado del encuentro en la convicción de que estaba todo el pescado vendido. Y en el 68′ llegó una acción que bien pudo haber cambiado el rumbo del choque. Enes Unal, que habia saltado poco antes al césped, recibía un pisotón dentro del área de Araujo y el colegiado, que lo había obviado en principio, acabó señalando la pena máxima a instancias del VAR. El propio Unal lo convertía en el 2-1 y abría un horizonte de esperanza para el Getafe.
Sin embargo, el empeño azulón no lograba traducirse en ocasiones reseñables y a cinco minutos del final llegaba la sentencia en otro error de la zaga azulona a la salida de un corner que cabeceó Araujo adelantándose a sus marcadores y aprovechando la mala salida de Soria. El 4-2 acababa con cualquier atisbo de suspense, pero todavia había tiempo para que Chakal redondease su tormentosa noche cometiendo un intempestivo penalti sobre Griezmann que el francés transformó en el 5-2 definitivo. Un resultado a todas luces excesivo, pero que estuvo en consonancia con las enormes facilidades concedidas por la otrora fiable zaga del Getafe.