Lunes, 1 de febrero. Cercanías Madrid informa de atrasos en los trenes por «huelga de celo» de los maquinistas. ¿El resultado? Aglomeraciones en los andenes de viajeros que van a trabajar, estudiar, etc.

Martes, 2 de febrero. Se repite la situación. Más trenes que tardan siglos en pasar, mientras los usuarios del Cercanías siguen esperando pacientemente en los andenes. Todo eso en mitad de la tercera ola de contagios. La empresa pública insiste en la ‘huelga de celo’, pero los sindicatos responden que se debe a la nula gestión administración y política, y los recortes de personal y maquinaria.

Miércoles, 3 de febrero. Unos se culpan a otros y al final paga el de siempre: el sufrido contribuyente. 21% de IVA, 50.000 euros de niñera galapagueña y Cajas B mediante, siempre pagan los mismos. De nuevo aglomeraciones y retrasos en las frecuencias.

No es el Día de la Marmota, no. Es ser un usuario habitual de Renfe Cercanías, dependiente del Ministerio de Transportes. ¿Y qué ha dicho su titular, José Luis Ábalos? Pues nada, porque está mirando al tendido, con su habitual socarronería y fanfarronería. Ábalos no está para estas minucias de la plebe, como ya ocurrió con los camioneros abandonados en Reino Unido. Tampoco para controlar Barajas, coladero de contagios. Y menos ahora, que con las restricciones circulan menos turistas y maletas.

Como decía, el ministro mira al tendido y ejecuta su larga cambiada de anunciar planes, proyectos e inversiones que no llegan a nada. El recurso más viejo de la tauromaquia y a la vez el más utilizado porque es muy vistoso, como esos rimbombantes ‘proyectos de mejora’, que quedan en agua de borrajas.

Es el problema de los maletillas que ven en el espejo el reflejo de un torero. La consecuencias de esa ineptitud, está claro, las paga el vulgo que sigue agolpado cual ganado en unos andenes atestados. Y todo porque el día de las elecciones, nos pensamos que esa papeleta es mero simbolismo, cuando en verdad nos da el poder de poner y quitar a personajes de esta ‘enjundia’. La estrategia de no hacer nada, llevárselo crudo y que los problemas se resuelvan solos es un mal endémico de este país, y el Cercanías sigue siendo el mayor exponente.