Almeida, Egea y Casado (Foto: Partido Popular)

5 de mayo, madrugada. Isabel Díaz Ayuso acaba de darle un bofetón a la izquierda madrileña, que no sabe aún de dónde ha llegado semejante revés. El PP arrasa en las elecciones autonómicas y Pablo Casado, hasta el momento un muerto viviente, trata de adueñarse de la victoria. A raíz de eso los populares empiezan a subir en las encuestas nacionales, y éste ya se ve en La Moncloa.

Claro que Casado mira con recelo a su compañera de partido, la única que ha plantado cara al peor presidente de nuestra historia: Pedro Sánchez. Casado está celoso, no quiere a Ayuso y empieza a maniobrar, a conspirar, a poner zancadillas para que ella no sea líder del PP en la Comunidad de Madrid.

Lo hace a través de su esbirro Teodoro García Egea, cuyo único mérito hasta la fecha es escupir aceitunas y que el mayor ‘bluf’ de la política patria, Yolanda Díaz, a la sazón ministra de Trabajo, le retrate y pinte la cara cada miércoles en el Congreso de los Diputados.

Casado y Egea no son tan listos. Al revés. Necesitan a un infiltrado en el PP madrileño para puentear a su máximo activo, Ayuso. Y aparece José Luis Martínez-Almeida, con su pinta de burócrata al servicio del partido, por y para el partido, siempre el partido. Los madrileños de la capital, ya si eso, otro día. Ahí está el caso flagrante de Madrid Central, la medida estrella de la exalcaldesa Manuela Carmena, y que Almeida ha abrazado como propia.

Isabel Díaz Ayuso lidera a la región más próspera de este país. Es una especie de flor de loto, que crece en un estanque lodoso

Quien fuera hace un año el alcalde más querido de este país, tira por tierra todo el crédito por acercarse a Génova 13. Y aunque de cara al público dé una imagen de unidad, la mirada es inconfundible. Igual que impedir en el Congreso Nacional del Partido que el señor de tu lado, aplauda a Ayuso, por citar solo dos ejemplos.

La cuestión es que Casado, Egea y Almeida forman una banda de trasnochados que aspira a heredar un país en ruinas, por obra y gracia de socialistas y comunistas. Algo así como los gestores de las políticas suicidas de la otra banda, la de Sánchez. Un presidente al que Casado -sí, Casado-, le ha entregado las llaves del Poder Judicial, traicionando una vez más a sus votantes y lo que es peor, la separación de poderes, perpetuando un sistema pernicioso para la independencia de los jueces. Ese es, hasta ahora, el único mérito de Casado. Una suerte de M. Rajoy 2.0. Mismas características y un traje con menos olor a naftalina, eso sí.

Casado, Egea y Almeida forman una banda de trasnochados que aspira a heredar un país en ruinas, por obra y gracia de socialistas y comunistas

Por el contrario Isabel Díaz Ayuso lidera a la región más próspera de este país. Es una especie de flor de loto, que crece en un estanque lodoso, y pese a toda la ponzoña de la banda, sigue en pie, más fuerte que nunca.

Ya advertimos aquel 5 de mayo, que el futuro de España, si es que pretende tenerlo, pasaba por Ayuso. Un día antes, el 4 de mayo, los madrileños hablamos alto y claro. Dijimos basta a la imposición, a la mentira, a prostituir todas las instituciones bajo esa máxima maquiavélica de alcanzar los fines bajo cualquier medio.

El PP de Casado se ha entregado a esa lógica ‘Sanchista’, no hay duda. La misma que fue aplastada en Madrid, gracias a una Ayuso que siempre se ha levantado contra viento y marea. Un aviso a navegantes si no quieren naufragar más allá de las costas de Génova 13.