EDITORIAL| El problema de la vivienda no para de crecer y amenaza con explotar en cualquier momento

El desorbitado precio de la vivienda en España lleva ya tiempo acaparando titulares. Pero lo más triste es que no se atisba solución alguna a corto plazo. Mientras el problema se agranda más y más, Gobierno y oposición son incapaces de ponerse de acuerdo ante una de las mayores crisis sociales de las últimos décadas

La manifestación de este pasado fin de semana en Madrid es la enésima llamada de auxilio ante los intratables precios de la vivienda, tanto de alquiler como de compra. Y es que, la vivienda en nuestro país ha pasado de ser un derecho recogido por la Constitución a convertirse en un lujo inaccesible para la gran mayoría de los jóvenes. La imposibilidad de emanciparse es ya una realidad estructural en nuestro país, en todas las regiones, sin excepción, aunque especialmente reseñable en las grandes ciudades como Barcelona o Madrid. Este último, uno de los epicentros de esta crisis.

Los datos son desoladores: al cierre del primer semestre del 2024, solo el 14,8% de los jóvenes españoles (entre 16 y 29 años) estaba emancipado, la cifra más baja desde que se tienen registros, según el Consejo de la Juventud de España. Para recalcar más aún si cabe el problema, el precio de arrendamiento se sitúa en torno a los 1.072 euros de media -el más alto de la historia frente al salario medio de 1.048 euros. Es decir, los jóvenes tendrían que dedicar un 102,3% de su salario para alquilar una vivienda. Hablamos entonces de una burbuja que se ha ido agrandando con el pasar de los años sin que nadie haya puesto freno.

De hecho, mientras los precios siguen en ascenso, el Gobierno socialista, que decía poner todos sus esfuerzos en solventar este problema, basicamente… no ha hecho nada. Y no ha sido por tiempo. Recordemos que llevan gobernando España desde hace ya siete años. Por supuesto, el resto de partidos tampoco aporta mucho más que críticas. Sea como sea, a día de hoy, seguimos sin soluciones que alivien esta presión sobre las familias y, en especial, sobre los jóvenes. Y no será porque las causas no se conocen.

Por un lado, la falta de una política nacional efectiva en materia de vivienda ha dejado el problema en manos de las comunidades autónomas y los ayuntamientos, lo que ha derivado en soluciones dispares y, en la mayoría de los casos, insuficientes. Por otro, tenemos el avance imparable de los llamados “fondos buitres”, que adquieren cientos de viviendas para alquilarlas a precios inalcanzables.

En Madrid capital, el precio de la vivienda ha alcanzado máximos históricos, situándose en 4.952 euros por metro cuadrado, con un incremento del 20,2% interanual. Pero es que los municipios de alrededor, que tradicionalmente han sido el refugio para aquellos que buscan una alternativa más asequible, también han experimentado un crecimiento imparable de precios. Fuenlabrada, Alcorcón, Leganés, Getafe y otras localidades de la periferia han visto cómo los costes del alquiler y la compra han subido a niveles alarmantes por la presión que Madrid capital ejerce. Hay falta de vivienda pública, hay escasez de oferta, pero sí hay una creciente demanda.

En consecuencia, estamos hablando de generaciones enteras atrapadas en la casa familiar sin posibilidad de ahorrar e independizarse. Como es posible que en 2025, sea casi un milagro adquirir una vivienda sin contar con la ayuda o colaboración de una pareja, familiar y/o conocido. El panorama es desesperanzador: jóvenes condenados a la dependencia familiar hasta bien entrada la treintena, salarios que no permiten asumir un alquiler sin destinar más del 50% de los ingresos, hipotecas inalcanzables sin una elevada aportación inicial y una precariedad que impide siquiera plantearse la compra de una vivienda. Lo que está claro es que la burbuja inmobiliaria está a punto de explotar y nadie parece estar dispuesto a ofrecer soluciones.

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