
EDITORIAL| Guerra de Ucrania: ¿está la Unión Europea fuera del juego geopolítico global?
Estados Unidos ha decidido, por sorpresa, sentarse a la mesa de negociación sobre el futuro de Ucrania sin contar con la Unión Europea. Un claro mensaje que refleja no solo un cambio en las dinámicas de poder, sino también la idea de que Europa ya no es relevante en el contexto internacional
En las últimas décadas, la Unión Europea (UE) ha ido de más a menos en cuanto a peso internacional se refiere. Un claro ejemplo de ello es la Guerra de Ucrania. Es cierto que, junto con Estados Unidos, la UE ha liderado desde el inicio las sanciones contra Rusia y ha apoyado a Ucrania con armas y financiamiento.
Sin embargo, esto no ha sido suficiente para que Washington la tenga en cuenta a la hora de negociar el conflicto. Y es que el recién reelegido presidente Donald Trump ha iniciado conversaciones de paz con Rusia sin contar con la UE… ni con la propia Ucrania. Dos actores clave en la guerra -uno de ellos, el protagonista- han quedado fuera de la ecuación, lo que dice mucho de la relevancia actual de Europa en la geopolítica global.
¿Cuando ha quedado Europa tan relegada en estos asuntos? Es especialmente llamativo si consideramos que la guerra se está desarrollando en suelo europeo. La Unión Europea ha pasado de ser un actor fundamental en la gestión de esta crisis a convertirse en un mero espectador. Tampoco debería sorprendernos: esta situación ya se veía venir.
Nos encontramos con una Europa más preocupada en debatir si se deben unir los tapones a las botellas de plástico o en imponer un lenguaje inclusivo, que es de todo menos inclusivo, en lugar de centrarse en problemas más urgentes como el terrorismo, la inflación o los conflictos militares en la región.
Así, no es de extrañar que el gobierno de Trump vea con escepticismo su relación con los países europeos. Por si fuera poco, potencias emergentes como China y Arabia Saudí comienzan a tratar de tú a tú a Europa, reduciendo aún más su margen de influencia. Si aun quedaban dudas, la decisión de Estados Unidos de prescindir de la UE en estas negociaciones deja claro el creciente desapego entre ambos lados del Atlántico. Las razones son muchas, pero pueden resumirse en el llamado “buenismo” europeo, una doctrina que no ha logrado resolver los grandes desafíos a los que se enfrenta el conjunto: crisis migratoria, euroescepticismo, el bajo crecimiento económico, falta de inversión en defensa…Si a esto le sumamos la ausencia de una política exterior común y la creciente dependencia de potencias extranjeras para lidiar con sus problemas, lo que queda es una sombra de lo que alguna vez fue la Unión Europea.
Este viraje en la política estadounidense envía un mensaje claro a Europa: “ni estáis ni se os espera”. Es una situación crítica porque, guste o no, Estados Unidos sigue siendo el principal eje político, económico y militar del mundo. Tener su respaldo en estos tiempos es más una necesidad que una cordialidad.
No se puede decir que la UE no siga siendo un actor importante pero su incapacidad para influir en el orden mundial es cada vez más evidente. A pesar de tener una de las economías más grandes y una enorme capacidad diplomática, Europa no ha logrado construir una imagen de poder y decisión en el ámbito internacional. Desde Bruselas, se insiste en que cualquier acuerdo para poner fin a la guerra en Ucrania sin la participación europea será, en última instancia, inviable. Sin embargo, ese mensaje ya no intimida a nadie. Europa necesita una profunda reflexión sobre su papel en el mundo.
Ya sea a través de la creación de una política exterior verdaderamente común o de una mayor cooperación con otras potencias, la UE debe reaccionar antes de que sea demasiado tarde. El resto del mundo le está comiendo la tostada a Europa… y parece que los únicos que no lo ven son los propios europeos.