Carta blanca para Pedro Sánchez. En apenas día y medio, el Rey de España Felipe VI ha despachado a los candidatos de los partidos con representación en el Congreso de los Diputados, para proponer un nuevo candidato a la investidura, tras fracasar la de Alberto Núñez Feijóo. No han ido todos, como estaba previsto, pues por Zarzuela no han pasado ni Bildu, ni BNG, ni ERC, ni Junts. A pesar de eso, Su Majestad ha propuesto a Pedro Sánchez, con solo 121 escaños, como candidato.

Henchido de gloria, encantado de conocerse, como siempre, el candidato del PSOE ha aceptado la encomienda y, en rueda de Prensa posterior, ha reivindicado que el PSOE tiene “un proyecto de país claro y conocido” y en su apuesta por la “convivencia entre españoles y también entre los pueblos de España”. Según él, siempre “dentro de la Constitución”, estados de alarma inconstitucionales aparte.

En ese punto, Pedro Sánchez ha ofrecido “generosidad” a quienes no la han tenido con el Rey, que ni siquiera se han dignado a acudir a su obligación como representantes del pueblo español. A esos golpistas (ERC-Junts), independentistas (BNG) y bilduetarras se ha echado el PSOE y un candidato, que en ningún momento ha pronunciado la palabra amnistía, que ha dicho que hablará con Feijóo y que no recibirá a VOX.

“Hacer política implica generosidad, implica compromiso con tu país e implica lógicamente liderazgo”, ha asegurado posteriormente, descartando que vaya a impulsar un referéndum, como pide ERC, si bien eso es ahora, pues el presidente del Gobierno en funciones es muy dado a los cambios de opinión.

Qué hay de lo mío, dicen PNV y Sumar

Lejos de Cataluña, Sánchez también necesitará a la extrema derecha vasca, el PNV, siempre dispuesto a venderse al mejor postor. Con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina y Bildu en el retrovisor, los nacionalistas vascos han trasladado al Rey que no apoyan de momento a Sánchez, pero a buen seguro que acabarán cediendo por treinta monedas de plata.

Mientras en la extrema izquierda española, con Podemos reducido a la mínima expresión, Yolanda Díaz, actual vicepresidenta del Gobierno en funciones, presiona a Sánchez y quiere saber qué hay de lo suyo, en forma de futuros ministerios como Industria, Trabajo o Igualdad. Al Rey Felipe VI, Díaz le dijo que “estamos lejos del acuerdo con el PSOE”, pero al igual que el PNV, acabará transigiendo a cambio de un sillón, que con las cosas del comer no se juega.

La presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, convocará el Pleno de investidura cuando la negociación que debe llevar a cabo para buscar apoyos entre los grupos parlamentarios esté lo “suficientemente madura”.

No obstante el reloj está en marcha. El próximo 27 de noviembre vencerá el plazo de dos meses que se puso en marcha el 27 de septiembre, con la primera votación fallida de Feijóo. Si Sánchez fracasa habrá elecciones el 14 de enero. Aunque dos meses se antojan tiempo suficiente para amnistiar a los golpistas, lo que supone el fin del Estado de Derecho, que el pueblo español acepte la trágala mirando a otro lado con cualquier cortina de humo al uso y aquí paz y después gloria… Sanchista, obviamente.