Según el último informe del Banco de España, la deuda pública nacional alcanza al 120% del PIB. Esto viene a significar que cada español tiene un descubierto de 25.000 euros, porque nuestros gobernantes han gestionado el dinero de todos de aquella manera.

Bruselas lleva tiempo requiriendo al Ejecutivo central que busque financiación para evitar la quiebra y cuadrar cuentas. La solución sería, por ejemplo, disminuir esa gigantesca administración, que solo en nóminas nos ha costado en 2020 la friolera cantidad de 140.000 millones de euros. Empezando por reducir un Gobierno de 23 ministerios, y de ahí para abajo.

Pero no. No se hagan ilusiones. Nuestros amados líderes, pensando en lo mejor para el pueblo, tienen la respuesta a este equilibrio presupuestario. Y eso pasa porque autopistas y autovías sean de pago para los conductores.

Leía hace poco en El Confidencial que la patronal del sector propuso el año pasado un peaje medio de nueve céntimos por kilómetro recorrido para coches, y de 19 céntimos para los camiones. Estimaban que se recaudarían más de 100.000 millones de euros en los próximos 25 años del bolsillo -claro que sí, no lo dude- del contribuyente.

Esta es una parte del plan que el Gobierno de España ha enviado ya a Europa, para poder beber del grifo de Bruselas, todavía cerrado. Y yo me pregunto, así a groso modo: ¿para qué pagamos impuesto de circulación? ¿Y matriculación? ¿Numerito del coche? En definitiva: ¿dónde narices están mis impuestos?

El Ejecutivo de Pedro Sánchez necesita dinero a la voz de ya. Insisto que habría otros caminos como reducir el ingente gasto político, pero su ‘Sanchísima’ no va a dar su brazo a torcer. Por qué renunciar a mi estatus de sátrapa -pensará-, cuando puedo seguir desangrándote a ti, que lees esto.

La siguiente pregunta que me planteo es: ¿Lo vamos a consentir?