AYUNTAMIENTO ALCORCON

La Teoría de la realidad de Aristóteles tiene como principio básico que todos los seres naturales están compuestos de materia y forma. Ese es su axioma básico. En una época donde tan denostadas están las letras, ni que decir tiene que la filosofía clásica se encuentra igual de arrinconada, conviene de vez en cuando arrojar ciertas dosis de realidad. Y qué mejor que utilizar el pensamiento del genio griego. Grecia, cuna de nuestra civilización y hoy… En fin.

Pero volviendo a la teoría aristótelica, podemos llegar a entender una ciudad, véase Alcorcón, como ser natural, en tanto que está compuesta por hombres y mujeres, niños y niñas, abuelos y abuelas -no se vayan a enfadar los de la piel fina-. Y la realidad hoy en Alcorcón es que es una de las ciudades más prósperas del sur de Madrid. Es el motor de esta parte de la región a veces tan maltratada. Y no lo decimos nosotros, en tanto que también seres naturales como medio de comunicación. Si no lo dice algo tan básico, tan tangible, tan real como es la propia realidad.

Y es que los datos son los que son. Pueden gustar más, pueden gustar menos, pero su contundencia es tal, que ni un bofetón de realidad en la cara. Y a día de hoy, Alcorcón es la ciudad con menos paro de las importantes del sur de la Comunidad. Mes a mes lidera la creación de empleo. Y por si fuera poco, los inversores hacen ‘ojitos’ a la ciudad alfarera, instalando sus negocios en las áreas habilitadas para el crecimiento.

La realidad de estos hechos tan incontestables, en cambio, no es suficiente para los de las campañas en contra de todo. El ruido siempre ha sido enemigo de la realidad. Y el ruido es un instrumento, también en política, muy conveniente para los que tozudamente no quieren reconocer la verdad.

Pero hete aquí que los vecinos, en Alcorcón concretamente, no son tan tontos como parte de sus políticos se piensan y viven en carne y hueso, día a día, esa realidad sobre la que teorizaba Aristóteles en tiempos. Son conscientes de ese cambio de tendencia en la ciudad. Pero también son exigentes con quien ha traído aires nuevos. Es su obligación, como no podía ser de otra forma. Y como a ellos se debe un buen gobernante, un buen alcalde, su cometido no debe ser otro que seguir por el camino de la verdad a través de la realidad. Y el resto, que siga haciendo ruido.