uleg leganes

Tras fracasar en el 2003, en el año 2007 llegó al Pleno de Leganés un partido que se presentaba como vecinal. De nombre, Unión por Leganés (ULEG). Lo hacía con un solo concejal: Carlos Delgado Pulido. Un Delgado que rápidamente vio el chollo de la política y nombró a su actual pareja como cargo de confianza. Y en cuatro años de aquella primera legislatura -hasta 2011- el partido se embolsó 300.000 euros.

“Ni tan mal”, pensó Carlos Delgado Pulido, que poco a poco, en legislaturas sucesivas, fue engordando concejales y dinero. Así hasta lo más de 2,5 millones de euros que el partido se ha embolsado de las arcas municipales por hacer… ¡Por hacer nada! Pues en todo este tiempo jamás ha querido entrar en ningún Gobierno y pese a tenerlo en su mano en 2015, no quiso asumir el bastón de mando de Leganés. Cómo iba a hacerlo si en la oposición, sin responsabilidad y a base de barata demagogia, se vive mucho mejor. Si quien paga es el vecino y la banca de ULEG sigue engordando y engordando su peculio.

Recientemente el alcalde de Leganés, Santiago Llorente, hablaba de que las cuentas no salían. Cómo es posible que ULEG llene de vallas la ciudad con la cara de cemento de hormigón armado de su portavoz, Carlos Delgado Pulido, que se muestra cual tirano bananero a los vecinos. ¿Quizá se sufragan esos soportes con el dinero de uno de sus concejales, Antonio Almagro, que cobra 40.000 euros del Ayuntamiento de Leganés por un 80% de dedicación parcial y mantiene un trabajo a tiempo completo en una empresa ferroviaria?

Antonio Almagro no ha ido a declarar a la comisión que investiga su actividad laboral. Este plantón de alguien que cobra 40.000 euros de todos los vecinos de Leganés da fuerza a las sospechas sobre la presunta financiación irregular de ULEG

Pues por el momento no lo sabemos, ya que cuando de verdad ULEG tenía que dar la cara para responder a esta y otras preguntas en la comisión del ‘caso Almagro’ ha dado la espantada. Porque Antonio Almagro estaba citado a declarar para dar cuenta en la comisión de su actividad laboral y si de ella se deducía una posible financiación irregular de ULEG. Y no ha ido. Ha pasado de responder ante los representantes de los vecinos de Leganés. Seguro que por orden de su amo, Carlos Delgado.

Con esta actitud fascista, de menosprecio a las instituciones democráticas de Leganés, ULEG, otra vez, se ríe de quien le ha dado de comer y mucho en estos doce años. ULEG se ríe de Leganés, la ciudad a la que ha esquilmado todo este tiempo 2,5 millones de euros. Y ULEG se ha mofado de la democracia con la complicidad de extraños compañeros de cama, como el actual Partido Popular, cuyo portavoz, Miguel Ángel Recuenco, ha pasado de ser azote del chiringuito familiar ideado por Delgado a una especie de lacayo para un futuro pacto electoral en el municipio.

En el suculento sueldo público de Carlos Delgado Pulido -60.000 euros anuales, que se dice pronto- y su compañero de partido Antonio Almagro -40.000 euros de dinero municipal por un 80% de dedicación- está el acudir a comisiones que investigan la presunta financiación ilegal de esta máquina de hacer dinero llamada ULEG. Es su obligación moral y política para con la ciudad a la que están dejando seca y a la que nunca han querido gobernar. Su silencio les delata. Las cuentas no salen y el tiempo y las urnas acabarán por desnudar sus vergüenzas.