El Triángulo de las Bermudas es una de las rarezas geográficas del Planeta Tierra, donde se han producido misteriosas desapariciones de aviones y barcos, así como naufragios y olas de grandes dimensiones, que han despertado la curiosidad de escritores y científicos desde hace décadas. Lejos de la superstición, no hay que olvidar que por el camino se han perdido vidas humanas. Dramas que a pesar del paso de los años, siguen estando latentes entre las familias que lo han soportado.

En todo este tiempo, nadie ha sabido dar una explicación de por qué ocurren estas desapariciones. Es imposible dar cuenta de algo que se escapa a la lógica humana. Y lo mismo ocurre al otro lado del Atlántico. Concretamente en España, que vive su particular ‘Triángulo de las Bermudas’, para desgracia del respetable.

Por ejemplo, en el asunto de las vacunas. Que esto es un cachondeo, literalmente hablando, a nadie le sorprende. No hay una estrategia clara. Ahora se suspende, ahora no. Las dosis no llegan y cuando lo hacen: ¡Sorpresa! Se han volatilizado. En todo este tiempo, desde que arrancó la campaña en nuestro país, 30.020 vacunas de Moderna y Pfizer y BioNTech han desaparecido de los informes del Ministerio de Sanidad. Dichas empresas aseguran que han sido enviadas a España y el Ministerio da la callada por respuesta.

Ninguna explicación o aclaración. ¿Qué ha pasado con esas vacunas? ¿Dónde están? ¿Mienten las empresas? ¿Miente el Gobierno? Bueno, este último ni si quiera dice esta boca es mía. Y esto es un escándalo. Vale que, como dice la vicepresidenta Carmen Calvo: “El dinero público no es de nadie”, pero las vacunas sí. Ni rastro de ellas.

En ese pozo de olvido también ha caído el SEPE. Ahora, según la ‘¿Inteligencia?’ española, por un ataque informático desde Rusia. ¿Alguien se cree esta pantomima? Casi un mes con el sistema fuera de servicio, mientras las listas del paro siguen engrosando a españoles, a los que no se les deja trabajar, entre tantos cierres e incoherencias de políticos, cuya vida alejada de lo público es la más insignificante nada. Otra vergüenza a sumar al catálogo primavera-verano del Gobierno de Sánchez e Iglesias, que ahí sigue, antes de calentar banquillo en la Comunidad de Madrid.

Por último, el ‘Triángulo de las Bermudas’ españolas también se traga a diario a miles de empresas, pequeños negocios que, como a los parados, se les impide abrir y a los que no les llega ese tantas veces repetido maná, en forma de ayudas. Como en los dos casos anteriores, ni una explicación de por qué somos el país del viejo continente que más está sufriendo el impacto económico. Hay quién dirá que vivimos del turismo y hay que cambiar el modelo de negocio. Vale, sí, pero mientras eso no ocurre: ¿cuál es la solución? Ninguna a nivel nacional.

Por fortuna y que nos perdonen nuestros compatriotas, en Madrid seguimos capeando el temporal cual aldea gala en tiempos del César. El barco madrileño, en manos de un sistema liberal y no intervencionista que capitanea la presidenta Isabel Díaz Ayuso, escapa por ahora de las aguas de las Bermudas. Unos mares dominados por PSOE y Podemos que engullen a todo aquel que osa atravesarlos.

Los madrileños estábamos salvados, en parte, hasta que Ciudadanos se dejó seducir por el canto XII de la Odisea, con unas sirenas reinterpretadas por Sánchez e Iglesias, que vuelven loco a todo aquel que se les ‘arrima’. Así llegaremos al 4 de mayo, esperando no caer en el olvido como tantos trasatlánticos que desafiaron a las Bermudas.