La guerra contra el uso del coche ha llegado a Getafe. De un tiempo a esta parte, circular por las calles de la ciudad en vehículo particular se ha convertido en un via crucis para los cientos de vecinos que necesitan el automóvil para desplazarse en su día a día. No por propia comodidad, sino auténtica necesidad en muchos casos donde las personas sufren de movilidad de reducida y necesitan del coche como medio de desplazamiento.

Y es que en Getafe, particularmente, cuando no son las enormes zanjas o calles cortadas por obras que ni las de El Escorial, son por las limitaciones que el Gobierno de Sara Hernández se ha sacado de la manga y que afectan, especialmente, a la zona centro. Y es que desde el 1 de octubre hasta el 14 del mismo mes, en fase de pruebas, las cámaras de vigilancia instaladas en la almendra central de la ciudad controlan el paso de los vehículos no autorizados. Será a partir del día 15 de octubre cuando la situación tome otro cariz y empiecen a aflorar las multas para aquellos “incautos” vecinos que han decidido coger su coche con el que agilizar sus gestiones en el corazón de Getafe.

Parece que nadie en el Ejecutivo ha reparado en las necesidades de las personas con movilidad reducida y hosteleros de la zona centro

La medida ha sido defendida por el Ayuntamiento de acuerdo a la defensa del descanso de los residentes, que tienen asegurado su paso por el hecho de vivir allí. Hasta ahí todo bien. Pero: ¿alguien ha pensado en las personas que no residen en Getafe, que no están empadronadas y tienen que acudir a sus centros de trabajo en el centro de la ciudad, dejar a sus hijos en los colegios de la zona o, simplemente, por ocio -más ahora con la celebración del Festival Getafe Negro-, hacer uso de los establecimientos, bancos, gestorías, despachos y locales del centro? ¿Qué va a pasar, por ejemplo, con los clientes de los hoteles que no usen taxi y quieren entrar con sus vehículos?

Parece que nadie en el Ejecutivo ha reparado en las necesidades de hosteleros, comerciantes y, al fin y al cabo, vecinos con movilidad reducida que necesitan del vehículo para su día a día. Se han quedado totalmente abandonados a su suerte y la única recomendación que les llega del Consistorio es pasar por Registro municipal, exponer su caso y esperar a que la burocracia elefantiásica de Getafe siga su curso. Claro que corren el riesgo que el poeta y escritor austriaco Moritz Gottlieb Saphir avisaba sobre la administración, cuando decía que: “Algunas oficinas son como los cementerios. En cada una de sus puertas podría inscribirse: Aquí yace don Fulano de Tal”. Eternas esperas que, por la falta de medios en el Ayuntamiento de Getafe, son más que evidentes.

Teniendo en cuenta todas las reclamaciones de hosteleros, personas con movilidad reducida y otra suerte de vecinos que no residen en el centro de Getafe, pero que tienen que acudir con su vehículo a este punto, el Ayuntamiento debe recapacitar, paralizar de forma inmediata la entrada en vigor de las multas para aquellos vehículos no autorizados y al menos gestionar el tráfico rodado en la almendra central de otra manera, a no ser que Sara Hernández pretenda colapsar aún más la ciudad.