Autovia 5

Suenan las campanas de las elecciones municipales de 2019. Se vislumbra en el horizonte el mes de mayo y los partidos políticos afinan sus partituras para atraer -en algunos casos con cantos de sirena- a los votantes en su cita con las urnas. Mucha de esa música, de aquí a mayo, va girar en torno a la movilidad. Este va a ser el principal caladero donde los distintos candidatos -aún por saber en la mayoría de casos- van a intentar pescar votantes que sufren desde hace años la falta de inversión en transportes.

Las averías del Cercanías, la falta de frecuencia de paso de los trenes o las cuitas pendientes de MetroSur, pese a las obras recientemente terminadas, son algunas de las cuestiones que han centrado el debate político esta legislatura en materia de movilidad. Dependiendo de dónde soplaba el aire, de la administración responsable en el momento, los partidos políticos han sido más o menos beligerantes en cuanto a la falta de inversión. Al Metro y el Cercanías se ha sumado otra incógnita nada baladí estos meses, como las restricciones al tráfico en los accesos a la capital. Y, concretamente, la instalación de semáforos en la A-5.

El delegado de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid, José Manuel Calvo, defendió que la A-5 es una “anormalidad”

El Ayuntamiento de Madrid anunció antes del verano su intención de construir una vía urbana en este tramo de la Autovía de Extremadura. Todo en aras de preservar el medio ambiente y la calidad del aire en la capital. Entre los planes del Ejecutivo de Carmena -la marca blanca de Podemos- se encuentra la instalación de semáforos para regular el tráfico, además de un radar que empezará a funcionar antes de fin de año. Medidas tomadas sin la participación de poblaciones afectadas como Móstoles, Fuenlabrada, Alcorcón o Arroyomolinos. Miles de madrileños que acceden a la capital por carretera para acudir a sus centros de trabajo, por ocio o estudios y de los cuales se ha olvidado el Ayuntamiento de Carmena, que ha entendido la capital de España como su propio cortijo.

A buen seguro que los votantes castigarán en las urnas a quienes estos años han entorpecido su movilidad o esperan hacerlo otros cuatro años más

Como no puede ser de otra manera, el malestar está servido. La indignación entre los conductores que acceden a la capital por la A-5 crece con cada paso que da el Consistorio capitolino en su intención de eliminar la circulación en este tramo de la Autovía de Extremadura. De hecho, el delegado de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid, José Manuel Calvo, defendió en la última comisión del ramo que la A-5 es una “anormalidad” porque se entra en Madrid por la A-1, A-2, A-3 y A-6. Un claro insulto a la inteligencia de más de un millón de madrileños que viven en el sur de la región.

Ese desplante es difícil de olvidar para este millón de contribuyentes. Los partidos políticos -fundamentalmente PP y Ciudadanos- lo saben, y allí que han empezado a echar sus redes electorales con la vista puesta en mayo de 2019. Porque como decía David Lloyd George, primer ministro británico entre 1916 y 1922, durante la última etapa de la Primera Guerra Mundial: “Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel”. Y a buen seguro que muchos votantes castigarán con el único arma que tienen en democracia a quienes estos años han entorpecido su movilidad o aspiran a hacerlo otros cuatro años.