«Los investigadores españoles empezaron a trabajar de forma intensa en cuanto se conoció esta enfermedad durante el mes de enero. Ya el 2 de febrero tuvimos una reunión con los profesores Juanes y García Sastre, este último en Nueva York, para asegurar que tengan más facilidades y todos los medios necesarios.

Ese día liberamos medios e iniciamos los cambios legales para reducir plazos culminados en el Real Decreto del Estado de Alarma donde hemos puesto todas las medidas en funcionamiento».

En solo 30 segundos, el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, desnudó al Gobierno de PSOE y Podemos en su comparecencia. Echó por tierra su tesis de que no se podía predecir la catástrofe del coronavirus.

Duque, reputado hombre de ciencia y astronauta, no es político. Y en su intervención de este sábado lo demostró. ¿Por qué? Porque no miente. No sabe mentir. No está en su ADN. No entiende de estrategias de comunicación, ni de partido. Y su verdad científica y empírica evidencia una vergüenza nacional, de apocalípticas consecuencias.

Y es que el Gobierno de Pedro Sánchez, según Pedro Duque, sabía de la potencia del coronavirus ¡desde el mes de enero! No fue hasta el 14 de marzo (casi dos meses después) cuando el Ejecutivo decidió declarar el Estado de Alarma. Dos meses tirados a la basura. Un tiempo precioso desperdiciado.

Casi dos meses donde el mensaje fue «España no va a tener como mucho más allá de algún caso diagnosticado», Fernando Simón dixit. O «si mi hijo me pregunta si puede ir le voy a decir que haga lo que quiera». De nuevo Fernando Simón, en referencia a la manifestación del 8 de marzo que congregó a miles de personas en Madrid. La capital de España que es la que más casos y muertos por coronavirus tiene.

El Gobierno alentó que se acudiera a esas manifestaciones y a otras tantas a lo largo del país. El Gobierno permitió que VOX celebrará un acto en Vistalegre, algo que estos debieron suspender por responsabilidad pero que tampoco hicieron. Si bien después reconocieron su error y pidieron perdón.

Y en fin, el Gobierno dejó que desde enero -cuando ya se sabía que el coronavirus no era una broma, según Pedro Duque- hasta marzo hubiera fútbol y otras actividades deportivas, libertad de entradas y salidas del territorio, actos religiosos y una normalidad que se ha acabado manifestando como un desastre de proporciones que estamos lamentando.

Por supuesto que es el momento de remar a una. Todos juntos desde la distancia. Aplaudir a las 20.00 horas y dejarse de caceroladas a uno y otro lado. Reconocer a los héroes de la Sanidad, el Transporte, el Comercio, la Limpieza y la Seguridad. Sí, las Fuerzas Armadas, Policías y Guardias Civiles que hasta ayer eran un «gasto superfluo», según el presidente Pedro Sánchez. Por ellos hay que seguir resistiendo en casa. Lo que haga falta para vencer al enemigo.

Pero como dijo Alfredo Pérez Rubalcaba el 13 de marzo de 2004: «Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta». Dígannos la verdad por dura que sea. Llevamos diez días en casa y si hay que estar un mes, se estará con tal de vencer al coronavirus. Pero trátennos como adultos y no como conejillos de indias que no saben de donde les viene el aire.