Era el año 2019, cuando el Ayuntamiento de Humanes de Madrid daba a conocer que, en ocho años, había retirado 1.279 toneladas de vertidos ilegales, que habían aparecido en los polígonos industriales. Esto, más que un triunfo, era símbolo del descontrol y falta de pericia en vigilar a los responsables de estos atentados medioambientales.

Tras este anuncio, en Al Cabo de la Calle hemos ido dando cuenta de como los caminos rurales de Humanes han ido involucionando en auténticos vertederos, con hasta coches de choque abandonados, muebles de cocina, en desuso, enseres, colchones, restos de vehículos, neumáticos y un sinfín de inmundicias orgánicas, para deleite de las ratas que campan a sus anchas. La respuesta siempre ha sido la misma, por parte de autoridades municipales y regionales, echándose la basura unos a otros, con algún parche para acallar a la opinión pública y, en definitiva, unos por otros y la casa sin barrer.

El asunto ha sido, pues, tema de controversia esta legislatura. La oposición llegó a solicitar un Pleno monográfico y el exconcejal y coordinador de IU, Víctor Pozo, denuncia cada cierto tiempo la aparición de nuevos focos. Desde el propio Ayuntamiento, preguntado por este periódico, reconocen que “todos los días aparecen por desgracia nuevos vertidos, que retiramos lo antes posible. Estos trabajos se realizan a diario”. Pero las imágenes y una vuelta por la zona muestran todo lo contrario.

Así, hace ahora casi dos años, a punto se estuvo de rozar la tragedia, como contaba recientemente una vecina a este medio. Ella fue víctima de una alcantarilla sin tapar, oculta entre la basura. Un mal paso y casi se deja la pierna, como rezaba el parte médico que le ordenaba la baja laboral. Un tiempo sin trabajo y una merma de 1.700 euros que reclamó al Ayuntamiento de Humanes de Madrid, que lejos de agachar la cabeza, se dedicó a “marear” a esta humanense, retrasando una y otra vez el proceso administrativo.

“Tenía el parte médico de ese día, de días posteriores y ni eso les servía, porque decían que no había habido testigos”, relata resignada ante una burocracia interminable. “Todavía hoy arrastro las secuelas, tengo un hematoma encapsulado que los médicos me han dicho que puede desaparecer de forma natural o ser permanente, y me impide hacer movimientos, por ejemplo, cuando intento hacer sentadillas en el gimnasio”, añade.

Como el Ayuntamiento “alargaba el proceso”, quedaba la vía penal. “Me lo dijo mi abogada, pero iba a ser cinco veces más caro que la cantidad que reclamaba”. Y finalmente, desistió ante ese ‘gigante’ municipal, perezoso para vigilar, controlar y, llegado el momento, eliminar aquellos vertidos que sean de su competencia, pero implacable contra quien ejerce su legítimo derecho de reclamar.

El caso es que, dos años después, la zona del polígono (la calle Tenerife) en donde más vertidos se producen, el tiempo parece haberse detenido, con los agujeros ‘tapados’ de aquella manera u otros tantos a la espera de volverse a tragar a algún vecino de Humanes o alrededores, que ven como caminar por los entornos rurales puede ser un deporte de alto riesgo para su integridad.