Montesquieu ha muerto. El padre de la división de poderes pereció en España en 1985, cuando se aprobó la Ley Orgánica del Poder Judicial. La frase no es mía, sino de Alfonso Guerra, líder histórico del PSOE.

Y que razón tenía Guerra. Como lo sabía, pues 33 años después de la aprobación de la LOPJ, Montesquieu cría malvas en España, donde es asesinado cada vez con más saña. Es terrorífico ver como los partidos políticos (PP, PSOE-Podemos) pactan las sillas del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que según el artículo 122 de la Constitución tiene por objetivo “velar por la garantía de la independencia de los jueces y magistrados frente a los demás poderes del Estado”.

Una pantomima. Como la de Pedro Sánchez diciendo hace solo un mes que rompía relaciones con el PP, y ahora pacta la presidencia del CGPJ con un Partido Popular que traiciona -una vez más- a sus votantes. ¿Y por qué? Pues por poner en la presidencia del CGPJ a Manuel Marchena, teóricamente juez conservador y máxima representación de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, que dejará esta responsabilidad y, por tanto, nos juzgará los golpistas catalanes gracias al movimiento del PP. Por eso el PP es cómplice, vende -de nuevo- su alma, y traiciona a España.

Como Podemos, a quien hace años la careta se le cayó y mientras llama a la masa a manifestarse contra el Supremo, es colaborador necesario de esta farsa por el afán de controlar cuatro asientos del CGPJ. Así pues, ahí tenemos un sainete que seguimos manteniendo usted y yo, lector, vía impuestos. Pero: ¿hasta cuándo?