Hoy se ha vuelto a vivir una jornada caótica en las Cercanías madrileñas y, como viene siendo habitual, han sido los vecinos del sur de la región los más afectados por el mal funcionamiento del servicio público que depende de Óscar Puente, el polémico e inútil ministro de Transportes.
A primera hora de la mañana, en torno a las 7;30, se colapsaba la línea C-4. Entre los viajeros se comentaba que una persona se había arrojado a las vías en la estación de Cantoblanco. Pero era un rumor que Renfe Cercanías ni confirmaba ni desmentía. Lo cierto es que los trenes que venían de Parla se quedaron parados en la estación de Atocha de manera que los viajeros volvieron a llegar tarde a su trabajo o a su centro de estudio.
A las 8:00, Renfe comunicaba que la incidencia en Cantoblanco quedaba resuelta, dando por cierto, sin reconocerlo, lo que los viajeros comentaban. Pero el caos no había hecho nada más que empezar.
Porque lejos de mejorar, la situación se agravaba a media mañana, en torno a las 10:30, aunque esta vez sí, Renfe reconocía que “una avería en la entrada de la estación de Atocha está provocando retrasos de hasta 15 minutos en los trenes procedentes de Parla y Aranjuez”, según se anunciaba desde los altavoces de las estaciones y los trenes.
Las líneas C-3, C-4 y C-5 llevan toda la jornada sufriendo retrasos que superan en mucho los 15 minutos que reconoce el servicio ferroviario público y que alcanzan incluso los tres cuartos de hora de espera en la estación de Sol hacia el sur y en Atocha hacia el norte.
Mientras, Óscar Puente, el insólito por lo incompetente ministro de Transportes; sigue gastando el dinero de su departamento en pagar a unos cuantos asesores para que le apunten cada mañana en qué tertulias y qué tertulianos se meten con él y le llaman feo.