La Navidad está a la vuelta de la esquina. De hecho este domingo, 22 de diciembre, con el tradicional sorteo de Lotería, se da el pistoletazo a estas fiestas donde el ocio, la religión, la familia y el reencuentro cobran protagonismo. Copan la agenda de los españoles e iluminan unos días donde últimamente se está convirtiendo también en costumbre quemar el dinero por diversión. Sin pensar, muchas veces, en las consecuencias.

Hablamos, por si no se ha entendido la metáfora, de los petardos. Los productos pirotécnicos que en Navidades amplían sus ventas de manera desorbitada. Son muchos quienes compran artefactos que, en algunas cosas, parecen auténticas bombas. Material explosivo que, en las manos inconscientes y equivocadas, puede acarrear consecuencias nefastas, como ha sucedido recientemente en Humanes de Madrid.

En lo atinente a menores convendría poner sobre la mesa la prohibición total de estos artefactos, como sucede con el juego. Y es que si éste último llega a generar problemas de ludopatía, los petardos pueden acabar literalmente con la vida

Fue allí cuando el pasado 12 de diciembre se originó un incendio en la terraza de una vivienda que obligó a los Bomberos a intervenir. Pese a la virulencia de las llamas y el humo, afortunadamente no hubo que lamentar heridos. Y todo se debió a que un menor de edad, como él mismo reconoció, lanzó un petardo desde la calle a la terraza del mencionado primer piso.

Lo que empezó como una gamberrada pudo acabar en tragedia. Y no será la primera ni la última vez que esto ocurra, lo que pone de manifiesto la urgencia de reflexionar sobre el uso de la pirotecnia en general, pero especialmente en los menores de edad.

En el artículo 121 del Reglamento de Artículos Pirotécnicos y Cartuchería se da la posibilidad de la venta de pirotecnia a mayores de 12 años siempre y cuando estos productos sean de baja peligrosidad. Si bien se sabe que basta una chispa para generar el caos. Por lo que en lo atinente a menores convendría poner sobre la mesa la prohibición total de estos artefactos, como sucede con el juego. Y es que si éste último llega a generar problemas de ludopatía o adicciones y últimamente se pone mucho el foco en ello, los petardos pueden acabar literalmente y en el extremo más grave con la vida de una persona. Literalmente.

Convendría habilitar espacios exclusivos para que los ‘amantes’ de la pirotecnia disfruten sin poner en riesgo la integridad de otras personas

Quedando claro, pues, que la pirotecnia no es juego de niños, tampoco los mayores de edad quedan exentos a su uso. Queda patente que las multas que recogen las ordenanzas, como en el caso de Fuenlabrada, no son suficientes para disuadir a ciertas personas a usar estos cohetes. Si bien en este caso la prohibición total sería un límite cuanto menos discutible, por responsabilidad, convendría habilitar espacios exclusivos para que los ‘amantes’ de la pirotecnia pudiesen hacer uso y disfrute de su hobbie sin poner en riesgo la integridad de ninguna persona.

Si deportes como el skate, también de moda últimamente, empieza a contar con zonas habilitadas especialmente para su práctica sin necesidad de que un peatón pueda sufrir las consecuencias de algún patinete, por qué la pirotecnia, como alternativa a su absoluta prohibición, no cuenta con un espacio similar. Solo así se puede conseguir que, por ejemplo, incendios como el de Humanes no vuelvan a repetirse.

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