Carlos Delgado ULEG

Carlos Delgado contra los empresarios. Otra más del sicofanta de Leganés. Acuérdense de aquel personaje de la Grecia clásica que amenazaba a los notables con difamaciones y descalificaciones para sacar rédito.

En Leganés todo el mundo sabe que ese papel lo desempeña Carlos Delgado, el líder de ULEG. El eterno concejal de la oposición que vive a cuerpo de rey mientras, a golpe de tuit, muerde a quien no se pliega a sus espurios intereses. Como por ejemplo: Albert Rivera, a quien primero rendía pleitesía, premio ULEG mediante, y cuando el líder de Ciudadanos le caló, Delgado orquestó una cutre-campaña de desprestigio. O, por ejemplo, eso de denunciar primero al Ayuntamiento, aprovechar después su condición de leguleyo para sentarlo en el banquillo y pasar después por caja cobrando la minuta. Tres en uno para mantener ese chiringuito llamado ULEG. Ese partido que tiene entre sus filas al también conocido concejal Antonio Almagro, que cobra 40.000 euros del Ayuntamiento mientras mantiene un trabajo a tiempo completo.

Los exabruptos rabiosos y desquiciados de Carlos Delgado no son solo un ataque al presidente de UNELE sino a toda la institución empresarial

Alrededor de ULEG pululan más moscas mediáticas y troles de las cavernas que le ríen las gracias, chistes y bravuconadas al sicofanta de Leganés. La última y más reciente, contra la Unión de Empresarios de Leganés (UNELE) a cuenta de una presunta factura irregular emitida al Ayuntamiento. Una cuestión que convirtió en moción en el último Pleno.

La mayoría de concejales de la Corporación, en cambio, le pararon los pies a Delgado, que en su moción sacaba los pies del tiesto insultando, como siempre y sin argumentos, a todo hijo de vecino, saliéndose por la tangente del tema principal. Pero una cosa es el estercolero moral en el que ha convertido a Twitter –y donde ya no aparece como abogado– y otra cosa, más seria, el salón donde se reúnen las voluntades políticas de los leganenses. Mientras tanto, ya sea porque el siniestro leguleyo no da para más o, lo que es peor, de forma intencionada, los exabruptos rabiosos y desquiciados de Carlos Delgado no son solo una patada al presidente de UNELE, sino que suponen un ataque a toda la institución empresarial y, de rebote, a todo Leganés.

Espabilen señorías de la Corporación municipal y destapen de una vez las vergüenzas del sicofanta y su caterva de cazadores de brujas

Ahora el líder de ULEG alardea de posibles cambios en la Junta Directiva de UNELE. Y claro, surgen preguntas interesantes en torno a esto. ¿Qué le mueve a Delgado para atacar con tanta rabia e inquina a UNELE? ¿Quizá las embestidas de Delgado a UNELE son un intento de derrocar a los actuales dirigentes para colocar en la cúpula a sus afines, que vienen con la copa de latón pidiendo qué hay de lo mío a cambio de reírte las gracietas? ¿Está nervioso Carlos Delgado porque una cosa es el Matrix de Twitter y otra el Ayuntamiento de Leganés donde no toca pelo desde hace diez años y los 60.000 euros al año se le hacen poco?

A lo mejor todas estas preguntas y tejemanejes de Carlos Delgado contra los empresarios se resolverían, por ejemplo, en la comisión del ‘caso Almagro’, aprobada por el Pleno y que el resto de partidos son incapaces de poner en marcha. Espabilen señorías de PP, PSOE, IU, C’s, Leganemos y no adscritos y destapen de una vez las vergüenzas del sicofanta y su caterva de cazadores de brujas.