En política se suele otorgar un periodo de gracia a los nuevos gobernantes y equipos, que por lo general, está establecido en 100 días. Este plazo no está recogido en ninguna Constitución. Tampoco en las leyes ni en los estatutos de los partidos. Es algo simbólico. Una costumbre.

En verdad, en tiempo y forma, los cien días representan el 6% de lo que dura una legislatura. Parece suficiente, al menos, como para empezar a desarrollar el programa electoral por el que los vecinos optaron por la acción mayoritaria. O, como poco, comenzar a preparar las bases de lo que será la acción de Gobierno de estos próximos cuatro años. En algunos casos hay mucha leña que cortar, tarea que realizar y conviene ponerse las pilas, pues los vecinos que ayer depositaban su confianza en el correspondiente alcalde, mañana se la quitarán, y con razón.

Cien días son los mismos que tardó Napoleón en salir de su cárcel de Elba, reunir un ejército y volver a poner en jaque a toda Europa, hasta su derrota definitiva en Waterloo. Si el emperador francés consiguió todo eso en cien días, qué no podrá hacer un alcalde de la zona Sur de Madrid.

Pues el tiempo ha transcurrido desde la investidura del 17 de junio y, desgraciadamente, hemos visto más bien poca acción en estos cien días. Una clase política local más interesada por sus proyectos personalistas, sus ambiciones y problemas particulares, que ocupada por resolver y mejorar, en según qué casos, las vidas de sus vecinos. Paisanos que, cada día, tienen más difícil llegar a fin de mes; una misión casi imposible esa de llenar el depósito del coche; o cómo llenar la cesta de la compra, se ha convertido en un lujo al alcance de muy pocos.

En este periodo de gracia, alcaldes y concejales de la zona Sur han estado más ocupados en sus cuestiones monetarias que en resolver los problemas de los vecinos que, un mes antes, les eligieron en las urnas

En casos como Arroyomolinos o Moraleja de Enmedio, por ejemplo, los gobiernos tardaron casi un mes en confeccionarse, por eso de las elecciones del 23 de julio. Siendo el supuesto de Arroyomolinos más lacerante si cabe, pues se convirtió en una telenovela a tres bandas entre PP, Vecinos por Arroyomolinos y VOX, que se resolvió con subida de sueldo incluida para los dos primeros que forman el actual Ejecutivo.

Viajando por el Suroeste regional, en Fuenlabrada, como siempre, la vida sigue igual, que diría Julio Iglesias. Sin novedad en el frente con un alcalde con planta de Willy Fog, que pasa el rodillo de la mayoría absoluta sobre una oposición pluriempleada. Y en Humanes de Madrid, con una oposición que ni está ni se le espera, bastante tienen los vecinos con hacer frente a las plagas de insectos y chinches, mientras el Ayuntamiento dice estar al tanto de un problema que cada cuatro años hace acto de presencia.

Todo eso en cien días, con el agravante de que un mes antes, estos representantes fueron elegidos en las urnas. Obviamente no era un cheque en blanco, pero conviene que cada vecino haga un ejercicio de conciencia la próxima vez que deposite su voto.